Victoria Lafora – Los silencios de Rajoy.


MADRID, 31 (OTR/PRESS)

Rajoy tiene miedo a los suyos -«¡Menuda tropa!»- , un miedo cerval que le mantiene anclado en el silencio y en la inacción, a la espera de que el tiempo solucione los problemas de su casa. No es lealtad, ni es timidez, ni es cálculo político lo que esconde esa actitud ante las barrabasadas de su gente, sean estas del tipo que sean. Es simplemente miedo.

Podría interpretarse que su postura ante los desvaríos de Mayor Oreja, los reiterados desplantes toreros de Esperanza Aguirre, los indudables chantajes de Bárcenas o de Camps, o las imputaciones de Carlos Fabra, ha sido una inteligente táctica de dilación -un laissez passer- con que mantener esa estrategia de distancia frente a los problemas para alcanzar su objetivo supremo: ganar las elecciones en el 2012.

Pero no es así. No hay una táctica, ni una estrategia, hay pánico a que alguien de «esa tropa», se sienta tan acosado que decida -de perdidos al río- tirar de la manta que cubre las vergüenzas de su partido y, consecuentemente, las suyas.

Pero en la «tropa» no todos son iguales ni producen el mismo desasosiego. Por eso, la reacción ante el caso Matas ha supuesto un evidente cambio de estilo. Tras un periodo de silencio, y cuando resultaba imposible que el tiempo solucionase el problema, si no todo lo contrario, optó por hacer una durísima declaración con la que, definitivamente, pretendía soltar el incomodísimo lastre en que, para su partido y para el mismo, se ha convertido el antes bienamado Matas.

«Le deseamos lo mejor y, si puede, que demuestre su inocencia»… El auto del Juez José Castro, en el que decreta prisión contra Matas eludible con una fianza de tres millones de euros, siendo demoledor no lo es tanto como ese «si puede, que demuestre su inocencia» con el que Rajoy deja caer en el abismo, de forma cruel y sañosa, a su viejo amigo. Aunque posiblemente -tiempo al tiempo- esa frase se vuelva contra el mismo como un maldito boomerang. Porque los «vínculos» que unían, o que unen, a Matas con la estructura del Partido Popular son más sólidos de lo que hoy pueda parecer. Ahí está el salario que se le mantuvo una vez dejó de ser presidente; un importante sueldo -cinco mil euros mensuales- fijado por el mismísimo Bárcenas. Un hombre que produce en Génova sudores fríos; tantos que hasta le están pagando las minutas de su abogado en el caso Gürtel. Supuestamente, lo dijo Cospedal, por el tiempo que el ex tesorero llevaba trabajando para el Partido, treinta años. ¿Y Matas, cuanto tiempo lleva trabajando para el Partido Popular?

No es lo mismo. Matas difícilmente pueda hacer mas daño del que ya ha hecho, al PP, a sí mismo y, sobre todo, a les Illes, que no se merecen todo esto. Barcenas, en cambio, tiene bien pillada por una esquina la gran manta que cubre todas las vergüenzas.

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