Cayetano González – División en el nacionalismo vasco.


MADRID, 5 (OTR/PRESS)

Si algo ha quedado claro en la obsoleta celebración el pasado domingo del «Aberri Eguna» (Día de la Patria Vasca), es la profunda división que anida entre las distintas familias del nacionalismo vasco. Por un lado, un PNV huérfano de lehendakari -es el primer Aberri Eguna que celebran sin tener presente a su lehendakari nacionalista y se les notaba tristes- y por otro, la denominada «izquierda abertzale» junto con Eusko Alkartasuna, buscando los primeros un cobijo donde refugiarse y aparentar que son buenos y pacíficos, pero sin condenar a ETA, para de esa manera poder colarse y presentarse en las elecciones municipales y forales del próximo año.

Todo son movimientos estratégicos. El PNV está experimentando que en la oposición hace mucho frío. Hace un año que, tras ganar claramente las elecciones autonómicas, fue desalojado de Ajuria-Enea merced al pacto constitucionalista PSE-PP y todavía no han asimilado bien ese hecho. Además no se fían del proyecto de futuro que acaricia Zapatero y gran parte del PSOE: un Gobierno Vasco liderado por los socialistas y en el que tenga cabida una izquierda abertzale desvinculada de ETA, Izquierda Unida, Aralar y todo lo que haga falta para mantener a la derecha nacionalistas, es decir al PNV, en la oposición, y a la derecha españolista, es decir al PP, convertirlo en un partido marginal en el País Vasco.

Pero tampoco el PNV encuentra mucho cariño en las otras formaciones nacionalistas, que en el fondo detestan al partido fundado por Sabino Arana. Eusko Alkartasuna, partido nacido en 1986 de una escisión del PNV, se encuentra mucho más cómodo pactando con la izquierda abertzale, -lo que abarca desde los restos de Batasuna hasta el sindicato LAB y toda una serie de movimientos sociales y culturales que integran ese mundo- que con el partido que actualmente preside Iñigo Urkullu. Con todos ellos, salvo con el PNV, quieren formar ese «polo soberanista» que pueda ocupar ese espacio nacionalista y de izquierdas. El problema para avanzar por ese camino sigue siendo la gran dependencia de ETA de una parte importante de esa izquierda abertzale. Y aunque con motivo del «Aberri Eguna» se esperaba algún movimiento o pronunciamiento novedoso o bien de la banda terrorista o bien de su brazo político, no se ha producido nada al respecto.

El tablero vasco se mueve y de qué manera. Todo está condicionado por los movimientos que en las próximas semanas se produzcan en ETA y en su entorno que necesitan, como agua de mayo, estar presentes en las próximas elecciones municipales. Necesitan poder y dinero. Pero es obligación del Gobierno de la Nación, no solamente no ponérselo fácil, sino ser muy exigentes: o hay una condena total y absoluta del terrorismo de ETA o no hay lista electoral que valga. El ministro del Interior lo suele decir con una frase muy gráfica: o votos o bombas. Pues eso.

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