Cayetano González – Cinco años de Benedicto XVI.


MADRID, 19 (OTR/PRESS)

Un día como hoy hace cinco años, el cardenal alemán Joseph Ratzinger fue elegido por el Colegio Cardenalicio reunido en Roma sucesor de Juan Pablo II, adoptando el nombre de Benedicto XVI. Seguramente, en aquel momento, Ratzinger no preveía que iban a ser cinco años de un pontificado duro, agravado en los últimos tiempos por el conocimiento de diferentes casos de abusos a menores protagonizados por algunos sacerdotes en diferentes países del mundo.

Sabido es que los planes del cardenal Ratzinger antes del fallecimiento de Juan Pablo II eran retirarse a su Alemania natal -después de bastantes años de servicio a la Iglesia en la Curia de Roma- y de esa manera poder dedicar mas tiempo a lo que eran y siguen siendo dos de sus pasiones preferidas: la lectura y la escritura. Pero ya se ve que los planes Dios iban por otros caminos y este teutón que acaba de cumplir 83 años no dudo en dar su «sí» de servicio y entrega a una tarea nada fácil: ser el líder espiritual de los casi 1.200 millones de católicos que hay en todo el mundo.

Además Ratzinger se enfrentaba desde el comienzo de su pontificado a una dificultad añadida: suceder a Juan Pablo II, que fue un auténtico gigante de nuestro tiempo, con una enorme capacidad de querer y hacerse querer por muchísimas personas, católicos o no, con una gran facilidad de comunicación y con unas dotes muy especiales para ser, como de hecho fue, un auténtico líder mundial. Ratzinger era y es muy diferente. Es un Papa con una inclinación natural a la reflexión intelectual y teológica, como así lo ponen de manifiesto las tres encíclicas que ha publicado durante estos cinco años de pontificado: «»Dios es caridad», «Salvados por la esperanza» y «Caridad en la verdad», o discursos tan importantes como el pronunciado en septiembre de 2006 en la Universidad de Ratisbona.

Pero cuando Benedicto XVI ha mostrado algunas facetas de su personalidad y espiritualidad más profundas y menos conocidas ha sido a raíz de los casos de pederastia que afectan a diferentes sacerdotes. El Papa no ha dudado en pedir perdón a las víctimas de esos abusos sexuales y acaba de mostrar su rostro mas humano, con lágrimas en los ojos, cuando se ha reunido con algunas de las víctimas de esos abusos en su viaje a Malta del pasado fin de semana. Benedicto XVI ha prometido, asimismo, que se llevará a los tribunales de justicia a todos aquellos eclesiásticos que han participado en esos hechos que repugnan a cualquier conciencia. Esa actitud del Papa no ha evitado que algunos hayan aprovechado esos casos de pederastia para arremeter contra su persona y contra la propia institución de la Iglesia católica de una manera tan desproporcionada y con tanta virulencia, que lleva a pensar que algunos se han querido aprovechar de esa situación para conseguir otros objetivos. La primera interesada en evitar que esos casos se repitan es la propia Iglesia y la actitud de Benedicto XVI, combinando la petición de perdón con la cercanía a las víctimas y la promesa llevar ante la justicia a los culpables, ya podría ser imitada por otras instancias políticas y sociales en sus ámbitos de actuación.

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