Rosa Villacastín – El Abanico – A debate el derecho a la intimidad de Sonsoles Espinosa.


MADRID, 22 (OTR/PRESS)

No sé si el reportaje sobre Sonsoles Espinosa publicado en «Vanity Fair» refleja la personalidad de la esposa del presidente con exactitud, pero sí creo que traza un retrato bastante cercano de una mujer que sigue sorprendiendo por su discreción, por su falta de protagonismo, pero sobre todo porque no se ha apartado un ápice del guión establecido por ella misma cuando Zapatero accedió a la presidencia del Gobierno, y que se podría resumir en apenas una frase: Sonsoles quiere sobre todo y ante todo preservar su intimidad y la de sus hijas. Un deseo muy loable que ha logrado hacer realidad sino al cien por cien, si al menos en un alto porcentaje.

Cuentan los amigos de la pareja presidencial que Sonsoles se siente prisionera en la Moncloa. Un sentimiento que ya experimentó Carmen Romero y, antes que ambas, la propia Amparo Illana, porque lo crean o no, el Palacio de la Moncloa no es ese lugar idílico que cabría imaginar por más que esté rodeado de bellos jardines, ya que la vivienda se encuentra justo encima del despacho del presidente, lo que no deja de ser un incordio para su propia familia, pero sobre todo y especialmente para sus propias hijas. Dos adolescentes, que si bien disfrutan de muchos beneficios, no se puede negar que pagan un alto precio por vivir donde viven y ser hijas de quién son.

Recuerdo la preocupación de Amparo y de Carmen -los de Calvo Sotelo eran mayores- porque sus hijos se educaran en un ambiente que después tendrían que abandonar, pero sobre todo porque se vieran expuestos al interés de la prensa, siendo como eran muy jóvenes como para saber manejar una circunstancia tan excepcional como es la de vivir temporalmente en un palacio, rodeados de funcionarios y guardaespaldas.

Reconozco que opiniones como esta puedan provocar cierto rechazo e incluso un agravio comparativo entre quienes están sufriendo los rigores de la crisis y se ven abocados a abandonar sus casas por no poder pagar la hipoteca, pero la realidad es la que es y no la ha inventado Sonsoles, ni ninguna de sus antecesoras en el cargo. Que los presidentes fueran a vivir a ese complejo se debió, principalmente, a los problemas de seguridad que ocasionaba que lo hicieran en una casa de vecinos o en un adosado.

Dicho esto, creo que el principal problema de Sonsoles como anteriormente lo fue de Amparo Illana, de Pilar Ibáñez Martín, de la propia Carmen Romero o de Ana Botella es que oficialmente las mujeres de los presidentes electos no tienen ninguna obligación social, más que la que ellas mismas quieran desempeñar, ya que es la Reina Sofía quien ostenta el titulo de Primera Dama. De ahí que cada una se haya querido imprimir su propio estilo a un cargo que no existe. Así, mientras Amparo Illana, Pilar Ibáñez Martín y Carmen Romero se limitaron a hacer lo que hoy hace Sonsoles, Ana Botella creó su propio estatus desde donde proyectar una imagen de mujer muy activa en lo social, que después le vino muy bien para su salto a la política.

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA

Lo más leído