Fernando Jáuregui – La semana política que empieza – La gran –¿la única?– solución para Zapatero


MADRID, 2 (OTR/PRESS)

Ignoro a estas alturas, y puede que él mismo lo ignore también, si Zapatero se va a presentar a la reelección en las próximas generales. Los índices de valoración que las encuestas de este fin de semana le ofrecían eran un auténtico sapo a tragar, excepto por un dato: a Mariano Rajoy los sondeos le dejan aún peor parado. Pero mal de muchos, ya se sabe: y Zapatero, que puede ser muchas cosas, pero no tonto, y que desde luego no se abandona jamás al desespero, quiere ganar las elecciones, ya sea en nombre propio o para colocar en el sitial a un sucesor o sucesora.

Y, para ello, tiene apenas una baza. No, desde luego, esa recuperación económica que, según todos los analistas -para lo que valgan_ no se habrá dado plenamente para ese mes de marzo de 2012 en el que, presumiblemente, tendrán lugar esas elecciones legislativas tan trascendentales; y ello, por mucho que las cifras del paro en abril vayan a ser tan buenas como va pronosticando el ministro del ramo, Corcuera. Ni, para entonces, se habrá superado del todo esa moral de derrota que, si se leen las «tripas» de las encuestas, embarga a los españoles. Ni la política exterior: la presidencia europea a cargo de España ha sido ya, antes de concluir formalmente, un fiasco de imagen, y no enteramente por culpa de los funcionarios españoles, por cierto.

No; la gran baza para Zapatero de cara a las elecciones municipales y autonómicas de 2011 y a las generales de 2012, susurran incluso algunos en La Moncloa, puede ser la derrota definitiva de ETA. A Zapatero, los muchos enemigos que lógicamente ha ido cosechando en seis años de mandato le achacan haber negociado con la banda: no le quedaba, pienso, otro remedio, aunque lo hizo de manera algo desafortunada, concediendo lo que no había que conceder. Sin embargo, lo que nadie le agradece es haber dejado a los terroristas en situación de extrema debilidad, cuestionándose internamente métodos, tácticas y estrategias.

Me parece que ZP ha aprendido la lección y ahora es mucho más cauto. Está asimilando que un presidente de Gobierno ha de ser discreto, y así ha ocurrido tanto con el secuestro de los cooperantes catalanes en Mauritania -la cosa va por buen camino, aseguran «sotto voce», y la liberación podría ser cuestión de poco_ como con los barcos apresados en Somalia. Y, desde luego, con ETA.

Zapatero ha descubierto que no ocurre nada porque Otegi lleve seis meses en la cárcel, y hasta puede que, desde la prisión, esté esforzándose por el fin de la violencia. Cierto: Garzón ha liberado a Díez Usabiaga, que se va a convertir en el Gerry Adams de la situación vasca. Cierto: Josu Ternera sigue en paradero aparentemente desconocido, pero en realidad perfectamente localizado -casi siempre lo estuvo_ por la policía española. Cierto: la Audiencia Nacional ha puesto en libertad a Iñaki de Rentería, pero porque no quedaba otro remedio legal.

Todo cierto, como que el horrible De Juana ha burlado a sus vigilantes en Irlanda, un hecho del que no se puede, responsablemente, culpar a los servicios españoles, como ha hecho algún vocero del PP. La suma de estos hechos inconexos no apunta a una negociación con la banda, que de hecho me parece que no está existiendo, aunque sí existan -y me parece muy bien_ «contactos» con los batasunos, encarcelados o no.

Así es como andan las cosas en este mes de mayo recién estrenado, en el que en este campo se van a dar, me parece, algunas sorpresas, pienso que casi todas positivas. Es, ya digo, la gran baza que le queda a Zapatero, o a quien le suceda al frente de la nave. Y es, desde luego, una gran baza para todos nosotros. Pero estas cosas hay que tratarlas con cautela: pregunté a quien podría saber si es cierto ese «calendario de pacificación» que circula por mentideros y redacciones, y quien podía responder dijo que todo era «un caldo de cerebro», que es como llaman los anglosajones a las máximas especulaciones. No lo sé: solo sé, ya digo, que, si la maneja bien, esta va a ser la única baza que Zapatero va a poder mostrar para competir en las próximas elecciones decisivas. Esta, y ninguna otra, y ojalá que esta, la del fin de ETA, sí pueda mostrárnosla a todos cuantos hemos vivido la pesadilla del terror durante tantos años.

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