MADRID, 11 (OTR/PRESS)
Acabo de leer la historia de la modelo Crystal Renn, una joven de 24 años que ha pasado un autentico calvario hasta convertirse en la excepción de la regla, en una mujer guapísima cuya talla oscila entre la 42 y la 46, que luce sus redondeces en las revistas de moda más cotizadas del mundo. Me gusta que alguien se haya atrevido -después de pasar por una adolescencia cargada de adicciones- a enfrentarse cara a cara con los absurdos estereotipos que nos impone esta sociedad mediática donde la estética y el aspecto físico, se impone a cualquier concepto de altura intelectual. Crystal cuenta como entre los 14 y los 17 años se sumergió en el infierno de los diuréticos y de las visitas compulsivas al gimnasio. Relata, minuciosamente, como engordar un solo gramo era un auténtico drama personal y familiar donde su propia madre la castigaba de manera inmisericorde cuando, como cualquier niña de su edad, probaba el dulce, en una obsesión enfermiza, porque su hija llegara al cielo de las tops. En el colmo de la locura llegaron a sugerirse que redujera nada menos que un 33 por ciento de su peso y la indicaron como hacerlo, aunque no le advirtieron de los gravísimos riesgos que eso tendría para su salud.
Su calvario particular acabó cuando fichó con FORD, una agencia especializada en tallas XXL » Cada kilo era un descubrimiento. Comía mantequilla de cacahuete, pizza, chocolate* Era maravilloso, como estar en el cielo. Mi cuerpo volvió a su peso y yo a sentirme mujer. Soy una mujer con curvas y eso no se puede obviar. Las chicas tienen que ser capaces de mirarme y pensar » es guapa». Yo podría ser como ella » ha relatado en una entrevista realizada para The Guardian.
Me he fijado en la historia de Crystal y me ha llamado especialmente la atención tal vez porque tengo una hija en plena adolescencia y veo la obsesión que tienen las jóvenes de su generación por tener un cuerpo 10. Es muy difícil `poder trasmitirles que más allá de su aspecto físico lo que tienen que cultivar es su formación humana e intelectual, que deberían entender que, salvo alguna rara excepción, ninguna de ellas será una de esas modelos de pasarela casi anoréxicas que casi siempre son de usar y tirar..
Es muy difícil que entiendan que se puede ser gorda, guapa y estar orgullosa de serlo y si además consigues tener una vida plena personal y profesionalmente puedes incluso tocar con la punta de los dedos la felicidad. Se que es casi imposible luchar contra los estereotipos, contra ese bombardeo mediático de un mundo globalizado donde se suele hacer un paralelismo entre delgadez y aceptación social, pero no estaría de más que nuestra generación que ha tenido que luchar y sigue luchando por la igualdad de genero, buscara aliadas entre las generaciones más jóvenes para luchar también contra la esclavitud a la que nos somete, a todas, la moda. A la hora de romper ataduras de ese tipo los hombres nos siguen con mucho ganando la partida y también ahí somos vulnerables y tenemos nuestro propio techo de cristal. ¡Ojalá cundan ejemplos como el de esta modelo rellenita, orihunda de Miami,!.
