Charo Zarzalejos – Manual de instrucciones.


MADRID, 20 (OTR/PRESS)

La gran sorpresa de la pasada semana fueron las medidas draconianas anunciadas por el presidente del Gobierno, pero no pasó desapercibido el hecho de que el jefe del Ejecutivo eligiera un formato de discurso realmente breve. Nunca antes el presidente había tardado tan poco tiempo para decir tantas cosas.

De lo anunciado por el presidente, y estudiado hoy mismo por el Consejo de Ministros, hay algunas cuestiones que no admiten interpretación como, por ejemplo, la desaparición del famoso y apresurado «cheque-bebé». Pero a partir de ahí se hace imprescindible un manual de instrucciones, no tanto para digerir la dureza de las medidas, que eso está ya a asumido, sino las medidas mismas. En los últimos días, varios ministros, incluidas las vicepresidentas, al parecer han dicho lo mismo en relación a la política fiscal; es decir, sobre la subida de impuestos, pero lo han hecho de tal manera que es necesario acudir al inexistente manual de instrucciones, salvo que éste se llame _como en realidad se llama_ Rodríguez Zapatero, que ya ha sentenciado que habrá subida para los más ricos. Y aquí sí que nos perdemos todos porque falta por saber quiénes son los más ricos y si es lo mismo un rico con un hijo que con cuatro.

Es tal el barullo interno del Gobierno, la falta de comunicación, entre el presidente y sus ministros que éstos, en su mayoría, ven a un periodista y se echan a temblar. Si se callan, puede parecer que no se enteran; pero si hablan, se exponen al desmentido por excelencia, que es lo que le ocurrió el miércoles al ministro de Trabajo, que justo en el mismo momento en el que decía en los pasillos del Congreso que no estaba en la mesa la subida de impuestos, el presidente, nada menos que el presidente, decía que sí, que para los más ricos.

En medio de este guirigay, José Blanco, titular del ministerio más sacrificado por la crisis, se ha dejado de tonterías y nos ha librado a todos de tener que dedicarnos a la exégesis. Blanco es el auténtico parachoques de Zapatero y ahí le tenemos, diciendo las cosas claras de manera que todos sabemos sin necesidad de manual de instrucciones, que los Aves se paran y que nada volverá a ser lo que ha sido.

En este ambiente, el Gobierno va a llevar al Congreso el decreto Zapatero. Tienen la certeza los socialistas de que «solos o acompañados, lo vamos a sacar adelante». Por si acaso, ya se está preparando lo que se llamará «el discurso de la soledad»; ese discurso según el cual el Gobierno se convierte en víctima propiciatoria de la crisis. Será ese discurso, el de la soledad, en el que Zapatero quizás caiga en la tentación de ponerse el traje de Ironman, que es ese héroe de comics que puede con lo que le echen, y presentarse ante los españoles como el hombre sólo dispuesto a asumir su propio Gólgota ante «la insolidaridad y falta de patriotismo de la oposición». Creen los socialistas que los españoles sabrán valorar «el esfuerzo».

En este panorama, el PP también tiene su papel. Como oposición tiene la obligación de criticar al Gobierno, máxime cuando el Ejecutivo de manera sistemática no ha hecho el menor esfuerzo con las propuestas no sólo del PP sino de todos los demás grupos. Pero, además, el PP tiene el reto de moverse con inteligencia y prudencia. Ni puede ni debe gritar más que los directamente afectados. Los populares no sólo son oposición. También alternativa, y como tal no deben introducir más desasosiego del ya existente. Todo se ha vuelto difícil para todos.

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