Julia Navarro – Escaño Cero – La casilla de la x.


MADRID, 10 (OTR/PRESS)

Yo voy a marcar la «x» en la casilla de la Iglesia a la hora de hacer la declaración de la renta. Lo he hecho siempre, pero este año más que en otras ocasiones tengo claro que esa «x» en la casilla de la Iglesia va a ser más útil que nunca. Detrás del oropel de la Iglesia hay otra iglesia, la integrada por miles de personas que ponen lo mejor de si mismos al servicio de los demás, que dan sin pedir nada a cambio, y además lo hacen con una sonrisa.

Algunas de estas personas son sacerdotes, monjas, pero otras muchas, la inmensa mayoría, no lo son y, sin embargo, son una parte fundamental, sustancial, de la Iglesia. Son esas personas que estos días vemos en los comedores de Caritas ayudando a mujeres, hombres, niños, familias enteras que acuden allí para poder comer.

Hay parados de larga duración, padres y madres de familia que han perdido el empleo y se han ido comiendo los ahorros intentando pagar la hipoteca del piso que compraron y que ya no tienen ni para comer o pagar el colegio de los niños. Acuden ancianos, inmigrantes y también mendigos y personas marginadas. Y a todos les atienden, a todos les sirven un plato de comida con que poder seguir subsistiendo. Y quienes forman parte de Cáritas lo hacen con sencillez, sin alharacas, sin ponerse medallas, estirando el presupuesto para atender a todos.

Pero, además, quienes hemos dado unas cuantas vueltas por el mundo, nos hemos encontrado a muchas misioneras y misioneros haciendo una labor impagable. Saben, cuando hay un conflicto bélico en cualquier lugar del mundo, terminan yéndose las ONG»s, los «cascos azules», el personal de las embajadas, etc, pero quienes nunca se van, quienes se quedan allí para compartir la suerte de la población, para ayudarles hasta el límite de poner en riesgo sus vidas son las monjas, los misioneros.

Marcaré con la «x» la casilla de la Iglesia, por la labor que hacen tantas monjas en hospitales del Tercer Mundo, haciendo más llevadero el dolor. Porque están en primera línea ayudando a quienes sufren enfermedades infecciosas. Porque, también en el Tercer Mundo, arrancan a muchos jóvenes de las garras de la calle para darles una educación y un futuro mejor.

Pero sobre todo, ya digo, estos días en que el azote de la crisis llega a todos los rincones, y se ha cebado en familias cuyos todos sus miembros están en el paro, allí, ya digo, está Cáritas, ayudando. Sí, hoy más que nunca tengo claro que marcaré la «x» en la casilla de la Iglesia, haciendo abstracción de las otras cosas que no comparto o que no me gustan de esa otra Iglesia, la de los oropeles.

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