Fernando Jáuregui – Bienvenido, míster Mas.


MADRID, 23 (OTR/PRESS)

Desde hace tiempo se considera a Cataluña un laboratorio político de primer orden; los experimentos más arriesgados, y los más oportunistas, y algunos de los más interesantes, y algunos de los más viles, se han puesto en marcha en esta Comunidad, tierra viva, inestable y no pocas veces contradictoria. El último experimento, que ojalá no repita, fue el tripartito presidido por José Montilla, un cordobés dispuesto a todo, a todo, con tal de seguir en el sillón. Parece que los extraños compañeros de cama están a punto de abandonar el placentero lecho del poder, y que llegan los de Convergencia i Unió, que barrerían en las elecciones de este otoño. ¿Y entonces?

Quién sabe lo que puede pasar cuando Artur Mas sea president de la Generalitat catalana y su socio Josep Antoni Duran i Lleida, que en Madrid pasa por ser uno de los políticos más preparados de España, controle una buena parte del Govern. Solamente estoy seguro de una cosa: no será peor de lo que ocurre ahora, con ese trío de amigos imposibles que incorpora a Esquerra Republicana y a Iniciativa con los socialistas del PSC, y con ese molt honorable president que quiere ser el perejil de todas las salsas, al precio que fuere. Y, claro, con esos consellers, alguno de los cuales se está viendo en aprietos como resultado de las investigaciones de esos sonoros y sonados casos de corrupción que conmocionan a Cataluña, aunque en el resto de España ni se les haga caso.

Así no puede seguir Cataluña, con esas absurdas consultas «soberanistas» en las que vota el 14 por ciento de los ciudadanos; ni con esos desplantes de editoriales compartidos dirigidos contra una institución como el Tribunal Constitucional, institución desprestigiada al máximo, sí, pero poder del Estado cuyas decisiones hay que acatar en todo caso. Ni con esas corruptelas consentidas «desde arriba»…Creo que Artur Mas, que es persona de criterio, también lo sabe. Y que ayudará a esa tan cacareada gobernabilidad del Estado, gane quien gane las elecciones de 2012. Tuve, con todas sus intemperancias, confianza en Pujol; la tengo en Mas, que difícilmente se lanzaría por la pendiente de una ruptura con el Estado. Creo que las elecciones autonómicas catalanas, para las que faltan, como máximo, apenas cuatro meses, pueden significar el comienzo del reequilibrio institucional, político y territorial en esta España hoy tan desconcertada. Bienvenido, pues, míster Mas.

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