Victoria Lafora – El burka entra en campaña.


MADRID, 23 (OTR/PRESS)

Convergencia y Unió decidió, a ultima hora, sumarse al PP en su petición de que se prohíba el burka en los lugares públicos, ante el riesgo de perder un solo voto en las elecciones de otoño en Cataluña.

Estamos en plena histeria preelectoral y los partidos son como veletas que cambian de opinión, de principios, de ideología (de lideres porque no pueden) en cuestión de horas. La tarde anterior, los senadores catalanes habían firmado la moción que pretendía sustituir el texto presentado por la representante popular Alicia Sánchez Montano.

Porque lo que Montano defendía era que la prohibición del burka no debía incluirse en la ley de Libertad Religiosa para no equipararla con los símbolos católicos que no quiere que salgan de las escuelas públicas. Burkas no, crucifijos si. Así cree que se logran votos.

Vaya por delante que el burka y el nikab son dos prendas que oprimen, humillan y ofenden la dignidad de la mujer, en la medida en que solo el sexo femenino está obligado a llevar esa vestimenta que dificulta la visión y tapa el cuerpo como si fuera algo apestado o vergonzoso. El Coran no obliga a llevar esa ropa; conmina a que ambos sexos vistan de forma decente. Son los países donde el fundamentalismo islámico está más arraigado en los que este tipo de prendas se convierten en jaulas para las mujeres.

Afganistán, Pakistán, Irán, Arabia Saudí, son los exponentes más claros del nulo papel reservado a la mujer en los regímenes islámicos. En estos países, la ropa con la que debe cubrirse la mujer es una norma que encubre, además, el papel de subordinación al hombre que le asigna la sociedad.

Por tanto el burka, como el nikab, son dos ropajes que ni por su representación religiosa, que no la tienen, ni por respeto cultural puesto que representan una cultura de represión contra la mujer, pueden ser aceptadas en una sociedad democrática. Curiosamente, cada vez que se ha intentado averiguar si una portadora de burka lo hacía por propia voluntad, era su marido el que, actuando de portavoz autorizado, aseguraba que lo llevaba por ser «una mujer muy piadosa».

Dicho lo cual, posiblemente sea mas eficaz, para ayudar a las mujeres obligadas a vestir el burka, que se prohíba su uso por razones de orden público, ante la imposibilidad de identificar a su portadora, que no alegando razones de opresión que provocarían la inmediata respuesta del victimismo y la intolerancia ante las tradiciones y la cultura ajena.

Lo que es puro oportunismo es tratar de rascar votos con este tema en las autonómicas catalanas.

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