Esther Esteban – Más que palabras – La Roja a secas.


MADRID, 13 (OTR/PRESS)

Tal vez haya sido un espejismo, un breve momento de felicidad en medio del desastre, pero nos ha sabido a gloria. Tal vez el deporte se ha convertido en nuestro único asidero de esperanza, en medio del caos, el único reducto que ha quedado al margen de la miopía partidista y sectaria a la que estamos acostumbrados. El pueblo llano y soberano- ese al que nuestros políticos deben representar y tratan de encandilar cuando hay elecciones a la vista- se han encandilado pero de verdad, con los valores del deporte del bueno, del juego en equipo, limpio, de la espontaneidad, la destreza, el esfuerzo, el mérito y la excelencia y todo lo bueno que ha significado el triunfo de la roja.

¡Que más da que unos pocos quieran buscar en el nombre «la Roja» viejos atavismo políticos o que otros insistan en llamarla «rojoygualda»., para seguir machaconamente insistiendo en aquello de las dos Españas una de las cuales a de helarte el corazón. La Roja es ESPAÑA y no tiene complejos en emplear la palabra y exhibir nuestra bandera. Es verdad que mucha culpa de todo esto la tiene mi generación, esa que siendo tan joven como lo son ahora nuestros jugadores hicimos equipo, unimos fuerzas, dijimos no a un pasado de guerras fratricidas y asfixiante dictadura y transitamos por el camino de una Transición que fue modélica aunque ahora, también algunos se hayan empeñado en demonizar. Eramos jóvenes más aun que «Villa maravilla» o el adorado Iker, pero teníamos su misma pasión, idéntica espontaneidad y sabíamos que podíamos, que todos juntos, aparcando lo que nos diferenciaba y apoyándonos en lo mucho que nos unía: las ansias de libertad cambiaríamos el destino maldito y la historia en blanco y negro de nuestro país. Queríamos ser dueños de nuestro futuro, cerrar viejas y dolorosas heridas, pero parte de nuestros complejos quedaron instalados en los símbolos y en ellos durante muchísimos años el nacionalismo ha visto un filón y una parte de la izquierda también. Exhibir con orgullo y con honor la bandera de España era de gente facha y retrograda y de progre, sacar a pasear la vieja bandera republicana o las enseñas autonómicas * a ser posibles independentistas.

Han tenido que venir un puñado de jóvenes, procedentes de toda nuestra geografía y adversarios en el campo de juego en su día a día, para situarnos en la España real, la del siglo XXI, la que ha cortado con viejos tabús, y la que se sigue mirando, desgraciadamente a su pequeño ombligo partidista. Han tenido que venir ellos y gritar » Viva España » en la Moncloa y que una marea humana, como nunca se había visto en nuestra historia reciente nos hiciera grandes a ojos de todo el mundo.

Los chicos de la Roja nos han hecho creer en una causa común, incluso en los conceptos de la solidaridad interterritorial o en que todos podemos ser iguales independientemente del lugar donde hayamos nacido si vamos juntos y unidos.. Hemos visto que nuestros héroes lloran, con la naturalidad propia del ser humano, que besan cuando tienen que besar poniéndose por montera las infamias que les han lanzado, que se abrazan, que se esfuerzan cuando hay que hacerlo y saben relajarse cuando llega la hora. Nos han dado una autentica lección de saber estar, de humildad, de que se puede vivir el presente soñando con el futuro y no mirando permanentemente al pasado, de que el juego sucio es siempre el recurso de los perdedores y de que cuando se juega unido se gana. Tal vez haya sido un oasis, un paréntesis de felicidad pero nos ha sabido a gloria y de ahí el delirio colectivo con el todos, todos nos hemos visto contagiados salvo los miopes, partidistas y sectarios de siempre.

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