Sin etiqueta – Rafael Martínez-Simancas – Fidel en chándal.


MADRID, 13 (OTR/PRESS)

Los más creyentes ya le habían encargado unas misas (a las que sólo acudiría en calidad de finado porque él sigue siendo ateo «gracias a Dios»). Llevábamos tanto tiempo sin saber nada de Fidel Castro que de ahí la sorpresa al verlo de nuevo y no en un personaje de película de Benicio del Toro. Fidel ha reaparecido tal cuál se le recordaba pero más encorvado porque siempre tuvo altura de pívot de la era pre-Gasol. El ex mandatario cubano, ahora convertido en reina-madre de la Revolución una vez que abdicó en su hermano Raúl, es un hombre bastante conservador en su vestimenta. En la última foto llevaba un chándal y en la de ahora también, han pasado dos años pero no ha perdido la costumbre de ir «arreglao pero informal», como cantaba Martirio que añadía a su letra un buen par de tacones que en su caso se antojan innecesarios.

Ahora bien, con el transcurso de los años Fidel ha cambiado de marca, se ha pasado de «Adidas» a «Nike», por lo que nos podemos preguntar cuánto le habrá ofrecido el representante de la ropa norteamericana a Fidel Castro para que dejara a la marca alemana con la que anunciaba bifidus activos desde la cama del hospital. Bifidus y no habanos, cruel metáfora de la falta de salud. Este cambio de etiqueta no puede ser casual en un hombre que lleva más de medio siglo con la misma marca registrada, la de barbudo, e irreductible, mandatario comunista. Una persona que llegó a La Habana con el uniforme verde oliva del que no se desprendería jamás, ni para recibir a un Papa.

Resulta pasmoso, pero Fidel y Cristiano Ronaldo comparten el mismo logotipo en el pecho, aunque en el caso del cubano no se pueda decir que tiene una tableta de chocolate, en todo caso serían unas cuantas tabletas de chocolate bien digeridas. Y, aunque parezca increíble, usa la misma marca que Iniesta lleva en sus botas. Así pues, la revolución se empieza con unos barbudos en Sierra Maestra y se termina con ropa pija de deporte igual que si fuera un chavalito de adosado, un neopijo de los que vive de sus padres mientras repudia el sistema. La siguiente foto que nos falta por ver sería la de Fidel vestido de jugador de golf, y quién sabe si disputando un torneo en Nueva York ante algún rico norteamericano.

Igual que se hace con los monumentos de especial protección sobre los que se impide realizar cualquier tipo de cambios que afecten a su fachada (sin escuchar el veredicto de un comité de expertos), debería actuar Fidel Castro. Antes de realizar cambios de imagen que consulte. Fidel en chándal es una imagen tan extraña como Gandhi en un burger. Se les debe exigir un cierto decoro aunque sólo sea por lo que significó en el siglo XX.

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