Julia Navarro – Escaño Cero – Algo más, por favor.


MADRID, 13 (OTR/PRESS)

Por soñar que no quede, de manera que a mí, supongo que como a tantos y tantos ciudadanos, me gustaría que el debate sobre el estado de la Nación sirviera para aprobar una serie de resoluciones encaminadas a paliar y superar los efectos de la crisis económica. Eso sí, sin demagogias de los unos ni de los otros, y sin que primen los intereses partidistas por encima de los intereses generales. Y es que ese es uno de los males de la política y de los políticos en España, su incapacidad para anteponer los intereses generales a los electorales. Ahora mismo, en el PP están más pendiente de las encuestas que de otra cosa, ya que les auguran que pueden ganar sobradamente las próximas elecciones generales y obtener muy buenos resultados en las autonómicas y municipales. De ahí que Mariano Rajoy haya optado por un perfil casi transparente.

Por la misma razón, el PSOE busca desesperadamente no perder a sus votantes de izquierda y lo que les quita con una mano intenta compensarle con la otra. Que hay que subir la edad de jubilación y recortar derechos sociales, pues se compensa con la ley de libertad religiosa, suprimiendo crucifijos y procesiones, y tan contentos. En cuanto a los partidos nacionalistas, ahí tenemos a los catalanes de Esquerra, pero también a los socialistas del PSCA, pendientes de las elecciones autonómicas en otoño, de manera que todo cuanto hacen y dicen está encaminado a no perder el poder en Cataluña. Mientras, los hombres de CiU cruzan los dedos acariciando por adelantado el resultado de las urnas.

El PNV, por su parte, continua sin hacerse a la idea de que ya no manda en Euskadi y hace lo imposible por dinamitar el acuerdo ente el lehendakari López y Antonio Basagoiti del PP. De manera que la política peneuvista es de palo y zanahoria, lo mismo pegan duro a Zapatero que le salvan los Presupuestos, siempre a cambio de algo ¡faltaría más!.

Por su parte, Izquierda Unida aparece desdibujada desde que ha perdido peso parlamentario, pero ha endurecido su discurso y dejado de ser complaciente con el presidente Zapatero. Así están las cosas en este miércoles en que se inicia el debate sobre el estado de la Nación, y en que los ciudadanos esperamos que nuestros dirigentes políticos sean capaces de ofrecernos soluciones prácticas a los problemas reales. Porque real es el paro. Reales son las listas de espera para que te den hora con un especialista. Real es la desesperación de los jóvenes que después de haber estudiado y preparado tienen que emigrar en busca de empleo. Real es la angustia del pequeño empresario al que no le dan una línea de crédito con que mantener a flote su negocio. Etc, etc, etc.

Por eso es tan importante el debate de este año, porque los ciudadanos esperamos que de tanta discusión e intercambio de pareceres entre el presidente y los portavoces parlamentarios se alumbre alguna esperanza para el futuro inmediato. Parece que el presidente va a ofrecer consenso sobre política energética y pensiones, y parece que va a rescatar del baúl del olvido su anunciada ley de economía sostenible, que prometió en el debate sobre el estado de la Nación de hace un año y que ha brillado por su ausencia.

Cuentan en los aledaños del poder que Zapatero se ha dado cuenta de como valoran los ciudadanos la unidad y el trabajo en equipo de nuestra Selección Nacional de Fútbol, y que va a ofrecer a los grupos parlamentarios unidad para salir juntos de la crisis. Claro que el problema de Zapatero es que no es Vicente del Bosque, en su personalidad no está la de consensuar, no agraviar, limar aristas, evitar protagonismo, ser capaz de gestionar un equipo sacando lo mejor de cada uno y lo que no tiene el presidente es la confianza y la autoridad natural de la que hace gala Del Bosque. Pero aún así ¡ojalá! en esta ocasión el presidente acierte. Sería lamentable que la sesión parlamentaria fuera más de lo mismo.

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