José Cavero – Zapatero, un consumado estratega del poder


MADRID, 25 (OTR/PRESS)

El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, en El País, y Mariano Rajoy, principal dirigente de la Oposición, en ABC, proporcionan sus correspondientes visiones e interpretaciones de un curso que acaba de terminar, y que probablemente haya tenido la aspereza y acidez de los momentos más severos, derivados de una crisis económica sin precedentes. Y que pronostican que los meses del curso venidero no resultarán más suaves ni amables entre Gobierno y Oposición.

A Zapatero nos lo presenta el periódico como apasionado de la política, consumado estratega del poder, experto en el manejo de personas y el control de los tiempos. Revela que pasó en blanco la madrugada del 10 de mayo, pendiente de la UE y de los mercados, y que ahora parece más tranquilo. «La situación es mala, pero ya no muy mala», explica en esta conversación. Se nota que la realidad le ha doblado el espinazo programático discursivo y le ha forzado a adoptar medidas que se había comprometido a no aplicar jamás. ¿Le ha quebrado también el ánimo al presidente? Zapatero hace, entre muchas más, las siguientes afirmaciones: «Cometí el error de haber pasado demasiado tiempo en el debate de si había crisis o desaceleración».

«Soy un presidente comunicativo, que habla mucho con los ministros y con el partido. No tengo sensación de soledad». «Te pueden cesar y lograr que te vayas contento por contribuir al bien de España», dice un ex miembro del Gobierno». «La crisis nos obliga a hacer en un año la transformación económica que habríamos hecho en cinco o seis».

Pese a que la situación se ha endulzado con el triunfo de La Roja y la mejora de los datos económicos, la crudeza de la coyuntura está poniendo a prueba al témpano emocional que se supone habita en La Moncloa. «He pasado ratos muy malos, la verdad, sobre todo a la hora de decidir las medidas de recorte ante el shock económico». «He pasado alguna noche sin dormir. La noche del 9 al 10 de mayo la pasé en blanco, primero en contacto telefónico con la vicepresidenta, que estaba negociando en el Ecofin nuestro compromiso de reducir el déficit un punto y medio más, que supuso un esfuerzo grande para nosotros. Luego estuve a la espera de ver cómo reaccionaban los mercados».

Preguntan a ZP cómo combate la ansiedad: Corro unos diez km diarios, pero sobre todo, soy muy tranquilo. Creo que para tener una responsabilidad como la mía, la primera condición es tener fortaleza emocional para poder transmitir serenidad. Yo tengo una buena relación con la vida. La vida y la política me han tratado bien. No me puedo quejar. Por grande que sea el quebranto en su reputación y duro el panorama, conviene no perder de vista que estamos ante uno de esos tipos que hasta en las circunstancias más difíciles acostumbra a salir de la melée con el balón.

Los apelativos caricaturescos de «Zapatitos», «Mr. Bean» o «Bambi», los juicios descalificatorios que le tratan de improvisador impenitente y saltimbanqui, contribuyen simplemente a acentuar el equívoco porque está claro que Zapatero es un consumado estratega del poder y un experto en el manejo de las personas y el control de los tiempos. «Alguien que ha ganado dos elecciones generales consecutivas y la secretaría general del PSOE, no puede ser un chiquilicuatre», comenta un diputado socialista. Pueden, pues, condenarle, si les parece, pero no le den por derrotado de antemano. Zapatero es un atleta de la política apasionado de su trabajo que, sin experiencia de gestión previa, ha logrado cumplir su sueño juvenil de dirigir el PSOE y presidir el Gobierno de España.

«Gana quien llega al final, no quien se queda por el camino» es una de sus frases preferidas. «Yo no fío nada a la suerte. Lo que hago es trabajar mucho», subraya. «Sabe pactar para conseguir el poder, lo lleva en la sangre. Saca partido de las debilidades y virtudes de la gente que tiene alrededor». Jugador de ajedrez con mentalidad de yudoca, Zapatero estudia minuciosamente al adversario y aplica sus habilidades tácticas a la tarea de aprovechar la fuerza de sus contrarios. Tiene una visión panorámica y planificada de la política con estrategias a corto y largo plazo.

Hay unanimidad en el convencimiento de que no ha cambiado gran cosa en esta década. Es el mismo político afable y atento, con el temperamento frío, equilibrado, de quien nunca levanta la voz. A decir de sus colaboradores, el inquilino de La Moncloa «es una esponja de memoria fotográfica que absorbe lo que lee, ve y escucha». Esa capacidad de asimilación es lo que, en opinión del ministro de Trabajo, Celestino Corbacho, permite a Zapatero ganar a Rajoy en las segundas partes de las réplicas parlamentarias. Pocos de sus críticos socialistas le niegan el mérito de haber abierto en el PSOE una etapa de renovación necesaria y articulado un discurso modernizador, distanciado del colectivismo clásico de la izquierda.

Por contraste con el estilo que había ido adoptando su predecesor, la llegada del «talante» dialogante y plural de Zapatero, el primer líder político masculino feminista español, fue percibida por buena parte de la sociedad como una bocanada de aire fresco. Su pacto antiterrorista con Aznar en septiembre de 2000 le permitió, además, postularse como hombre de Estado y opositor responsable.

Zapatero explica sus prioridades entre Gobierno y Partido: En las grandes cuestiones, que no son muchas, sólo piensas en tus responsabilidades de gobierno. En los asuntos menos importantes trato de compaginar esas lealtades. Zapatero no cree que esté quedándose solo. «No tengo una sensación de soledad. Soy un presidente comunicativo que habla mucho con los ministros y los dirigentes del partido. Y hablando de soledad, he tenido durante estos años la gran satisfacción de contar con el concurso del Rey, no sólo en el plano político, sino también en el personal. Ha sido muy importante para mí, le tengo un gran reconocimiento».

Suyo es el mérito de haber puesto fin a la utilización sectaria progubernamental de TVE y de haber posibilitado unos informativos razonablemente plurales. Nadie puede negarle tampoco su decidida apuesta presupuestaria por el I+D+i, que acabó con lustros de inhibición gubernamental. ZP ha cultivado la adhesión de un electorado que apoya el matrimonio homosexual, la memoria histórica…, al tiempo que ampliaba los derechos sociales y subía las pensiones y el salario mínimo.

El presidente puntúa también alto en la escala de la seducción. «Ha creado a su alrededor un gran vacío de poder, no ha hecho equipos, sino gente que ejecuta sus instrucciones. El ministro Blanco señala que puede que el presidente «sea en ocasiones demasiado confiado y adolezca de falta de picardía para ver cuándo la información es interesada y cuándo no». Responde a la pregunta de qué ha aprendido en estos años de Gobierno: «Que hay que hacer análisis con las luces largas y que no te puedes atar a las cosas coyunturales».

«Los acontecimientos en la economía globalizada se producen con gran celeridad, mientras que los Gobiernos no somos tan flexibles y tenemos que responder a las reglas democráticas». Es consciente de que ha perdido muchos apoyos, pero está seguro de que podrá recuperarlos, a poco que la economía mejore…

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