Fernando Jáuregui – El debate interno en el PSOE.


MADRID, 2 (OTR/PRESS)

Imagino que la noticia sorpresa de que el ex ministro del Interior Antonio Asunción se presentará a las primarias, frente al oficialista Jorge Alarte, como candidato socialista a la presidencia de la Comunidad Valenciana, no habrá gustado demasiado en el «cuartel general» del PSOE, donde José Blanco manda, y mucho por cierto. De pronto, y tras la bandera enarbolada en Madrid por el secretario general del PSM, Tomás Gómez, frente a la «candidata impuesta» y aún ministra de Sanidad Trinidad Jiménez, se ha abierto el debate interno en un Partido Socialista acostumbrado al «ordeno y mando» y a que quien se mueve, simplemente, deja de salir en la foto. Y en el cargo.

Me gustó el gesto torero de Gómez frente a las presiones de la mismísima Moncloa, aunque conozco bien los claroscuros de la talla política de un personaje que ha ido creciendo gracias más bien a los errores del «aparato» de Ferraz que a los aciertos propios. Y me ha emocionado el paso dado por Asunción, el ministro del Interior que supo dimitir sin paliativos cuando se escapó el corrupto director de la Guardia Civil, Luis Roldán.

Asunción, unánimemente elogiado por aquel gesto, así como por sus medidas al frente de Instituciones Penitenciarias y por su lucha contra las corruptelas en el Ministerio, llevaba diez años de silencio y de éxitos en su vida privada. No necesita ni dinero, ni poder, ni chófer, ni titulares de periódicos. Hablé con él y me dijo que lo único que necesita ahora es tiempo para recoger avales en su pugna interna frente a la maquinaria oficial. ¿Le darán ese tiempo o asistiremos a nuevos capítulos de guerra sucia en las alcantarillas, como algunos que hemos visto en Madrid?

Lo importante, en todo caso, es que vemos que en un partido tan importante como el socialista, el segundo, tras el PP, en militancia y en sedes, y hoy el primero en poder, se inicia un proceso de debate y reflexión acerca de los modos -«los mismos que hace treinta y cinco años», dice Asunción- en los que se producen las decisiones y las designaciones internas. Puede que, como ocurrió en los tiempos de la pugna en primarias entre Almunia y Borrell, o incluso entre Zapatero y Bono en aquel dramático congreso de hace diez años, este debate signifique inicialmente un cierto tambaleo para el PSOE; el partido vive, en todo caso, horas bajas, de desgaste y de falta de ideas. Pero no me cabe duda de que, a medio plazo, esta formación saldrá fortalecida de estos episodios. Y siempre es buena noticia que la democracia interna se instale en unos partidos políticos hoy bastante denostados por la opinión pública, pero imprescindibles para el funcionamiento del sistema.

Por cierto, imagino que la irrupción en escena de Asunción tampoco habrá gustado demasiado en la Generalitat valenciana, donde Francisco Camps ya tiene bastantes motivos de aflicción.

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