Julia Navarro – Escaño Cero – La retirada.


MADRID, 2 (OTR/PRESS)

Se marchan los «marines» de Iraq y el mundo entero se pregunta por los resultados de la invasión. Sí, se van los «marines» dejando atrás un país inestable, con distintas facciones combatiéndose a muerte. Un país donde no existe seguridad, ni tampoco democracia. Miles de muertos, de mutilados, de heridos, de desplazados. Miles de vidas truncadas por la decisión del grupo que entonces mandaba en Washington con George Bush a la cabeza.

Desencadenaron una guerra que lo único que ha hecho es de Iraq un país más inestable, y del mundo un lugar más inseguro. Evidentemente, Sadan Husein era un dictador terrible. De hombre de confianza de Washington pasó a ser su bestia negra, pero era igual de terrible cuando era amigo de las Administraciones norteamericanas que cuando Bush decidió declararle la guerra.

Pero George Bush no se contentó con bombardear Iraq, sino que destruyó los cimientos del país, del Estado. El hombre de Washington en Iraq, el inefable Paul Bremen, no tuvo mejor ocurrencia que desmantelar el Estado. Fuera funcionarios de los ministerios, supresión de las Fuerzas Armadas, de la policía, de las escuelas, de la compañía telefónica, etc, etc, etc. Y el país dejó de funcionar, y a la guerra se le añadió la anarquía. Ese fue el legado de Busch, un legado que Obama ha intento maquillar.

Ahora Estados Unidos ha oficializado su marcha de Iraq dejando cincuenta mil hombres y a muchos iraquíes temblando, porque no saben que es peor si que se marchen los marines o que se queden. Y en medio de este panorama a nuestro ex presidente Gobierno José María Aznar no se le ocurre otra cosa que afirmar que el actual presidente de Estados Unidos, Barak Obama, «abraza a los enemigos de Estados Unidos y castiga a sus aliados».

Lo dice el mismo Aznar que se hizo la foto en las Azores, que avaló una guerra insensata, injusta, terrible. Hay que tener osadía para descalificar con tanto desparpajo a Obama porque pretende mejorar las relaciones con el mundo musulmán.

Pero volviendo a la «retirada» de Iraq, lo único que se puede decir es que simboliza un fracaso, el de la guerra. Y otro fracaso, el de que no fueron capaces de construir la paz.

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