MADRID, 25 (OTR/PRESS)
Mientras se siga calificando a la prostitución como el oficio más antiguo del mundo, como si esa memez contuviera un aura de fatalismo que impidiese abordar el problema, seguiremos creyendo que simplemente con prohibir los anuncios de sexo en los diarios hemos resuelto la cuestión. O lo que es peor, todavía hay quien cree que, con sacar a las putas fuera de las zonas donde vive gente de orden y llevarlas a un descampado, la prostitución ya no existe.
Pero existir existe, y detrás está el drama lacerante del tráfico de mujeres, muchas de ellas menores de edad, que tratan de escapar de la miseria de Africa, Asia o América Latina y son engañadas y explotadas por mafias que las condenan a prostituirse.
España, como en el caso de la droga, ostenta el vergonzante honor de ser la puerta de entrada de todo este tráfico inhumano y repugnante que luego reparte su carga de desgracia por burdeles de toda Europa, para solaz del género masculino. Es así, porque una legislación obsoleta permite a los modernos tratantes de esclavos, que son las mafias de la prostitución, obtener grandes beneficios con muy pocos riesgos penales.
Cada vez son más jóvenes, cada vez es mayor la explotación y cada vez son peores las amenazas y los chantajes de los capos mafiosos. Pero siempre hay una que, armada de valor, escapa, acude a la policía y da pie a una redada que libera a las demás. Deberíamos preguntarnos que es de su vida a partir de ese momento y quien las ayuda a recomponer los pedazos rotos de su corta existencia. Pero, eso sí, nos preocupan más los anuncios de los periódicos que pueden leer los adolescentes en el patio del Instituto y escandalizarse con las ofertas de sexo explicito. ¡Ay el escándalo!
Parece que, esta vez, la Navidad se va a acordar también de las putas. Les va a dejar un regalo o, mejor dicho, un arma legal Imprescindible para luchar contra la trata de mujeres. En torno al 23 de diciembre entrará en vigor la nueva reforma del Código Penal que permitirá distinguir claramente el tráfico ilícito de seres humanos de la inmigración ilegal.
Para el fiscal superior de Galicia, Carlos Varela, una legislación desactualizada, mucha burocracia, falta de normas comunes en la UE y, sobre todo, funcionarios corruptos, dificultan las condenas a los traficantes.
Los datos de la fiscalía son explícitos: solo en Galicia, en tres años, se rescataron a casi mil novecientas mujeres víctimas de las mafias que las explotaban sexualmente en contra de su voluntad. Se abrieron 29 procedimientos judiciales por estas causas.
Esta es la cara atroz de la prostitución que nadie quiere mirar de frente. Tampoco los hombres que pagan por el servicio, ajenos e indolentes al sufrimiento de otro ser humano.
