Andrés Aberasturi – El Senado, esa pesadilla.


MADRID, 4 OTR/PRESS)

Que el Senado se vaya a gastar en 2011, sólo en traducciones, la friolera de 350.000 euros, es decir, nada menos que 17 veces más que en el año actual, no es realmente el mayor de los problemas que afectan a la llamada Cámara Alta. El gran problema es la existencia misma de la tal Cámara por muy consagrada que esté en la Constitución y por muchos eufemismos que utilicemos para designar a esa nada que es el Senado. Lo que ocurre es que cuando por un respeto mal entendido hacia los nacionalistas, salta la noticia de los 350.000 euros solo en traductores inútiles, en traducciones de cara a la galería, en traducciones que podrían ser un gesto en tiempos más prósperos que los actuales, emerge, como es natural, el cabreo del ciudadano con su IVA a cuestas. Es que se van a gastar -todos vamos a pagar- 350.000 euros en una cosa absolutamente innecesaria que se desarrolla dentro de una Institución carente por completo de contenidos.

No tengo nada contra el Senado, pero que a estas alturas de democracia los responsables políticos sigan sin saber que hacer con semejante institución, te lleva a pensar que con la que está cayendo, lo mejor que podían hacer era suspender sus funciones hasta que se pongan de acuerdo y nos ahorrábamos un pastizal: sueldos de senadores, dietas, secretarias, seguridad, agua, luz, taquígrafos y ahora traductores simultáneos. ¡Si es que no sirve para nada¡ Que alguien me diga una sola iniciativa digna de mención que haya salido del Senado. Es más: que alguien me diga una sola iniciativa aunque no sea digna de mención. Lo único que recuerdo es un informe, o algo así, sobre la violencia en el futbol. Pero claro, para decir que hay que tener cuidado con los grupos violentos, no sé yo si compensa mantener una institución más de treinta años.

«Cámara de segunda lectura», dicen pomposamente. ¿Y qué? Menuda pérdida de tiempo cuando ya se sabe que después de la segunda lectura se va a volver a la primera; ¿para qué diablos hay que leer, discutir, votar, incluso ganar la votación si a los dos días todo eso no va a servir para nada porque la cosa vuelve al Congreso? Es como de niños, no sirve para nada, una pesadilla democrática que, naturalmente, se va a perpetuar porque quienes podrían darle contenido no están por la labor. Los partidos han encontrado en el Senado un cementerio ideal para díscolo, para inútiles y para compromisos ¿cómo van a revivirlo o enterrarlo si tienen allí un chollo que, encima, les da dinero?

Lo del Senado no tiene nombre. O si: le llaman «el panal» por la cantidad de zánganos que ni siquiera lo habitan porque sólo se acercan cuando hay pleno. Supongo que ese día cobrarán dietas.

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