MADRID, 15 (OTR/PRESS)
El Banco de España, que no nació en Belén, les ha comunicado a las cajas de ahorros, que no han ahorrado lo que sería menester, que se fusionen como el dios financiero manda, y que informen con transparencias de sus nuevos consejos de Administración, antes, un poco antes, de que el Angel se aparezca y anuncie «Paz en la tierra a los hombres de buena voluntad». El problema de las cajas, por si a ustedes se les ha olvidado, nació de la buena idea de rescatar la detención del poder financiero por parte de personalidades provinciales y autonómicas que no tenían títulos para ejercerlo, y derivó en una apropiación, puede que indebida, del poder político que, en algunos casos, degeneró en una orgía irresponsable, que es lo que suele suceder cuando el poder político pone sus sucias manos en el sucio poder del dinero.
Algunas cajas, como Ibercaja, cuyas vicisitudes acabo de rememorar con ayuda de las memorias de José Luis Martínez Candial, resistieron o fueron bendecidas por una gestión profesional, y, otras, como Caixa de Estalvis o Caja de Ahorros de Castilla-La Mancha, permitieron la injerencia política, y concluyeron en el desastre de los balances. Ahora, que acaba de morir Luis García Berlanga, que realizó la película más dura y amarga sobre la Navidad, viene el Banco de España, y en palabras de su Angel Determinador, viene a recordar que, antes de que suenen los villancicos y las dependientas de los grandes almacenes tengan que acudir al psiquiatra para curarse de una sobredosis de «pero mira cómo beben los peces en el río», hay que hacer los deberes y no andarse con que si los Reyes Magos las han segado, que los Reyes, ya se sabe que no han segado nunca. Si el poder político es temible, añadido al poder una caja de ahorros puede resultar espantoso. Un villancico de responsabilidad parece un buen cuento, aunque sea imposible de narrar a los niños.
