Esther Esteban – Más que palabras – Patriotas sin más.


MADRID, 26 (OTR/PRESS)

Esta ha sido otra semana negra para la economía Española. No sólo porque la desconfianza de los mercados en nuestra solvencia ha vuelto a disparar los costes de financiación del tesoro, o porque la prima de riesgo por invertir en deuda soberana española haya alcanzado cotas históricas o porque el diferencial con el temido bono alemán se haya situado en los 260 puntos. Ha sido una semana de vértigo porque se han disparado todas las alarmas y hemos revivido, una vez mas, todos los miedos y fantasmas de aquella negra jornada de mayo. Nos da la sensación, inevitable, de que estamos en el punto de mira, de que todos nos observan con lupa y de que somos como el enfermo que a ratos aparenta tener una ligera mejoría pero al final la enfermedad es grave y los remedios que se le han aplicado hasta ahora son a todas luces insuficientes.

Y lo peor de todo es que en nuestro país en vez de aplicar medidas drásticas contra la crisis -las que sean pero efectivas-, nuestros gobernantes siguen más entretenidos en tirarse los trastos a la cabeza, ensimismados al mirarse su pequeño ombligo partidista que en buscar soluciones urgentes. Yo desde luego no soy de las que ponen al gobierno y a la oposición en el mismo nivel de responsabilidad, ni con este ni con ningún gobierno, ni tampoco creo que sea imposible que el PSOE y el PP se entiendan en algo. De hecho ambos partidos llegaron a un acuerdo en cuestión de segundos a la hora de pactar la ayuda al sistema financiero y también lo han hecho, afortunadamente, en la lucha contra el terrorismo. Si en el tema de la crisis no son capaces de buscar un punto de encuentro es simple y llanamente porque no hay voluntad. Es normal que Rajoy no quiera amparar a Zapatero cuando está completamente en contra de las medidas que el Gobierno ha puesto encima de la mesa -que se han demostrado ineficaces- y sobre todo teniendo en cuenta que cada vez que abre la boca le llaman «antipatriota», pero también es cierto que la imagen de que la oposición no arrima el hombro en momentos difíciles se le puede volver en contra.

Sea como fuere cada vez que sale el patriotismo a relucir yo me echo a temblar, porque la palabra deja de tener significado de tanto utilizarla para arrimar el ascua a la sardina que convenga. Antipatriota, patriota de hojalata, patrioterismo rampante y otras muchas acepciones, todas ellas despectivas, han pasado a ser sinónimo de malos augurios, porque entran a formar parte de lenguaje de madera de nuestros políticos siempre que nuestro país está bajo sospecha. Cada vez que alguien utiliza la palabra hay que echarse mano a la cartera por lo que pueda pasar, y encima si lo dices corres el riesgo de que te cuelguen a ti el sambenito. Según el diccionario de la Real academia «Patriota» es la persona que tiene amor a su patria y procura todo su bien. Así que… a aplicarse el cuento y todo lo demás son simples cuentos y el país no está para bromas.

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