MADRID, 28 (OTR/PRESS)
Escribo desde el «cuartel general» de Convergencia i Unió, situado en el hotel Majestic de Barcelona, donde reina la lógica euforia por los resultados electorales. Aún no han aparecido ni Artur Mas ni Duran i Lleida, pero ya han comenzado los aplausos ante los resultados provisionales e inapelables. La pregunta que todos se hacen, y que, según mis contactos telefónicos, también se hacen en la sede electoral socialista, es si el hasta ahora president de la Generalitat, José Montilla, dimitirá de su cargo en el PSC a la vista de los muy malos resultados cosechados por el tripartito, en general, y por los socialistas catalanes, en particular. Si ello ocurriese -y no tendría por qué ser inmediatamente, aunque el batacazo le hará imposible gestionar el liderazgo de la oposición–, las especulaciones giran en torno a quién sería el sustituto al frente del PSC: ¿Corbacho, el hombre llegado del Gobierno de Madrid? ¿O se enviaría a otro «peso pesado», en cuyo caso se sigue hablando de la actual ministra de Defensa, Carme Chacón?
Aún, en esta noche electoral, es demasiado pronto para dilucidarlo. Como también para saber si CiU contará con el tácito apoyo -abstención a la hora de la investidura de Artur Mas como presidente de la Generalitat_del Partido Popular, el otro triunfador, aunque lógicamente a mucha distancia, en estas elecciones.
Claro es que la otra pregunta que todos se hacían anoche en los medios políticos catalanes -y no sólo en los catalanes_era si esta derrota de los socialistas en Cataluña abre un período negro en las urnas para el PSOE, al que los sondeos no le son en absoluto favorables en muchas autonomías y ciudades importantes de toda España, comenzando por Barcelona, ante los comicios del próximo mes de mayo. Este lunes se abre una nueva etapa política para Cataluña, pero también para toda España.
