Antonio Casado – Las claves del 28-N.


MADRID, 29 (OTR/PRESS)

El curso de la actualidad nos presenta a balón pasado el papel del ganador, Artur Mas, y del perdedor, José Montilla, como teloneros del gran acontecimiento universal de las últimas horas: el Barça-Madrid. Al fin y al cabo, si hacemos comparaciones, las elecciones catalanas no pasan de ser un suceso de cercanías. En clave política, claro. Y en esa clave hay que valorar lo ocurrido el domingo pasado.

Cuatro elementos para el análisis. Los dos que estaban cantados de antemano: el triunfo sobrado de CiU y el desplome del PSC. Y las dos novedades no contempladas en el guión de vísperas: los índices de abstención, que fueron más bajos de lo previsto, y el subidón del PP, que desborda incluso sus propias expectativas calculadas ligeramente al alza.

Aún prevista, el retorno del nacionalismo al poder, después de siete años de travesía del desierto («sin cantimplora», como suele decir Durán i Lleida) es la noticia de las elecciones catalanas del domingo pasado. A muchos analistas les parece una mala noticia, por los recelos acumulados en el resto de España ante la tendencia del nacionalismo periférico a romper las costuras del Estado de las Autonomías. No es para tanto, a mi juicio.

Que no cunda el pánico a ese respecto. Para el consumo diario de catalanismo irredento que sueña con la independencia ya tenemos a ERC y al partido de Laporta (SI), que suman 14 escaños. El radicalismo de ambos vendrá a resaltar la tradicional moderación del partido fundado por Jordi Pujol. ¿CiU independentista? En todo caso, un independentismo sin prisas, sin plazos y con todas las pausas necesarias para afrontar un reto más urgente y más decisivo para Cataluña y el resto de España. Me refiero a la lucha contra el desempleo y la crisis económica.

La otra noticia de la noche electoral del domingo, aunque igualmente cantada de antemano, es el desplome del PSC de Montilla. Parece claro que ha pagado un precio muy alto por su renuncia a comportarse como un partido socialista, obrero y español, que es lo que le tocaba en función de la genética y la historia de esta secular fuerza política de estirpe internacionalista. Su empeño en disfrazarse de nacionalista, y de amontonarse con el nacionalismo radical de ERC, le ha llevado a cosechar el peor resultado de su historia en las elecciones catalanas.

El castigo por la apuesta nacionalista del PSC también alcanza a 2Zapatero, en la medida que apadrinó un Estatuto de Autonomía parcialmente impugnado por el Tribunal Constitucional. En términos electorales, queda seriamente amenazada la tradicional ventaja socialista sobre el PP marcada por las urnas catalanas en elecciones generales. Un elemento más para confirmar el declive político del presidente del Gobierno y la marca PSOE.

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