Andrés Aberasturi – Comparaciones.


MADRID, 17 (OTR/PRESS)

Según un informe que publica el Comité Europeo de Derechos Sociales del Consejo de Europa, el salario mínimo en España, establecido en 629 euros en 2009, es muy bajo y «manifiestamente injusto». La cosa no queda ahí porque en el informe se hace alusión a siete incumplimientos cometidos por España, según este Comité, respecto a la llamada Carta Social Europea y que van desde las horas extras a las vacaciones. Pero tomemos hoy sólo como ejemplo el «muy bajo y manifiestamente injusto» salario mínimo para repetir por enésima vez que las comparaciones no siempre son odiosas -y hasta en algunas ocasiones son necesarias- siempre que se hagan desde la buena fe y, sobre todo, sin tergiversar la realidad.

Viene esto a cuento del dichoso latiguillo que siempre se utiliza para salvar datos cuando lo hace quien ostenta el poder o para resaltar problemas cuando lo hace la oposición: la inevitable comparación con «los países de nuestro entorno». Así cuando nos hablan del precio de las cosas mucho más caro allí que aquí o la deuda exterior alemana frente a la española o* tantas y tantas cosas que enunciadas individualmente parecen una cosa pero una vez contextualizadas son otra bien distinta.

Porque el problema no es el precio de las cosas o el monto de la deuda sino el poder adquisitivo de la gente y la capacidad de endeudamiento de los países. Y la verdad es que en España el salario mínimo es muy bajo y manifiestamente injusto. ¿Qué lo ha subido el gobierno de ZP? Bien. Si. Pero sigue siendo muy bajo y manifiestamente injusto. Y lo mismo habría que decir de las pensiones y de tantas cosas que se miden por ese salario mínimo. El problema no es la comparación con otros países -y menos aun la solución- sino la reflexión sobre nuestra propia realidad y la necesaria autocrítica para, al menos, no sacar pecho y evitar justificar nuestro mal con el mal de muchos que, como se sabe, es consuelo de tontos.

Imagino que la tendencia natural, pese a lo dicho, es siempre mirar a tu alrededor para saber qué lugar ocupas, si tu situación es mejor o peor; pero una vez visto, lo que no vale es conformarse con eso. Da igual estar el primero de la lista o no y si sabemos que nuestro sistema de salud es bueno, no por eso no lo vamos a mejorar lo mismo que sabemos que en educación estamos fatal y algo habrá que hacer de forma urgente no solo para evitar ir a peor sino para mejorar. Eso es gobernar y lo otro, a lo que nos tienen acostumbrados, es el mitineo y la autocomplacencia. Y así no se va a ninguna parte.

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