Esther Esteban – Más que palabras – Alegría, alegría que es Navidad…


MADRID, 17 (OTR/PRESS)

El jueves por la noche Madrid era una fiesta. Yo regresaba de un viaje relámpago de ida y vuelta a las ocho y media de la tarde y el taxista que me trasladó del aeropuerto hasta mi casa hizo un monólogo digno del más relevante de los editorialistas. La cosa empezó porque pedí un taxi en el que pudiera pagar con tarjeta de crédito lo que me costó esperar diez minutos de reloj, hasta que le dejaron adelantar los otros colegas que esperaban ansiosos la llegada de pasajeros. » La cosa está muy chunga y claro aquí hacemos cola por riguroso orden y los compañeros que todavía no se han rascado el bolsillo para instalar el datáfono no quieren perder su oportunidad y les presionan a ustedes con la espera.» empezó diciéndome el conductor. A los diez minutos, antes de llegar a la Avenida de América ya estábamos en caravana y se venia venir el monumental atasco » Hoy es día de cenas de empresa y está todo el centro colapsado».

Así empezó su relato: «que si no hay un duro pero nadie se corta porque todavía nos creemos todos nuevos ricos; que si España es diferente y aunque no tengas nada que llevar a casa nadie te priva del tapeo y la cañita; que si lo nuestro es el pan para hoy y hambre para mañana; que si este gobierno, aunque yo me considero un currante de izquierdas, nos lleva a la ruina porque se ha convertido en un converso y ahora se cree liberal, que si los políticos, son todos iguales y solo están para guardar sus privilegios y no para defendernos a todos; que si no fuera por la economía sumergida y los ahorrillos de los abuelos este país estaría ardiendo en llamas «. Como yo venia cansada y con pocas ganas de conversación me limitaba a contestar «si» o «no» sin apenas pronunciarme. Entonces el taxista- que también se despachó a gusto contra los sindicatos porque el que le representaba se llevaba 3000 euros al mes y a la hora de la verdad solo miraba por su bolsillo- me dijo que, desde luego, si después de estar toda su vida trabajando como un negro no tenia derecho a cobrar una pensión se iba a llevar por delante a unos cuantos chupópteros de esos que llaman liberados y que viven de la sopa boba. Solo apostillé » no será para tanto» y empezó a soltar una retahíla contra los funcionarios, los asesores, los contratados a dedo, los enchufados del político de turno, para terminar arremetiendo contra todo el que tuviera la mínima relación con cualquier tipo de poder.

«Alegría, alegría que es Navidad y el que venga atrás que arree. Esto es España y la crisis nos la pasamos por el arco del triunfo «, decía al ver que el atasco se acentuaba a medida que nos acercábamos al centro. Y retomaba el tema de las pensiones, como temiéndose lo peor ahora que estaba a punto de jubilarse. Su conclusión era simple que los políticos, los funcionarios y los sindicalistas cobren la pensión mínima, porque bastante han chupado del frasco y que todos trabajen hasta los 70 años para dar ejemplo a los demás. ¡En fin! nos costó cerca de tres cuartos de hora llegar al destino y cuanto ya me iba del coche me dijo » Señora encantado y que sepa que mucha culpa de todo esto la tienen ustedes los periodistas que no tienen lo que hay que tener para ponerlos a todos las peras al cuarto y se inventan Belenes Esteban para que nos entretengan y que no pensemos.». Yo tenía un día horrible y me limité a desearle buenas noches sin más.

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