MADRID, 11 (OTR/PRESS)
Terrorismo es igual a crimen más propaganda. Promover la violencia, la extorsión, la intimidación, en definitiva: el miedo para llegar a objetivos y fines que resultarían inalcanzables a través de los medios convencionales de un sistema democrático. No olvidemos que éso es la ETA. Su condición de «actor» en el panorama político español está basada en la trágica memoria que acompaña su trayectoria criminal con más de ochocientos asesinatos y miles de vidas arrancadas para siempre de la normalidad por ser, de uno u otro modo, víctimas de la banda.
Ahora, a través de un comunicado muy publicitado anuncia un «alto el fuego» «permanente y verificable internacionalmente». ¿Es creíble o es una nueva maniobra propagandística encaminada a crear confusión entre los demócratas que esperamos la desaparición de la banda? ¿Estamos ante una añagaza encaminada a ganar tiempo para rearmarse y reponerse de los golpes policiales? ¿Es una maniobra para que «Batasuna», su escolio político, pueda concurrir a las elecciones municipales?
¿El comunicado es -como podría inferirse de las palabras de Marcelino Iglesias «resultado de la estrategia del Gobierno»-, un anuncio que armoniza con la conocida fijación de Zapatero con el llamado «proceso», idea que no suscita el mismo entusiasmo en el ministro del Interior? Tengo para mí que es todo esto y algo más. Lo único nuevo, en esta ocasión. Un intento, obsceno, para hacer creer a la comunidad internacional que la ETA es un movimiento político, no una organización terrorista.
