Charo Zarzalejos – La operación.


MADRID, 27 (OTR/PRESS)

Mientras el Presidente del Gobierno se reunía con los sindicatos para ultimar el acuerdo que todos hemos venido dando como seguro, entraba en máquinas la filtración según la cual, Zapatero dejara para después de verano su anuncio de que no será candidato, se convoca Congreso y el elegido como cabeza de cartel del PSOE para las próximas elecciones, será Alfredo Pérez Rubalcaba. Periódicos como La Vanguardia y El Mundo, no se lanzan, el mismo día, a semejante información si la fuente no merece credibilidad. Lo más prudente es no especular sobre la identidad esa «garganta profunda». Lo importante es tener claro que ha sido una filtración en toda regla, una operación pensada y premeditada que puede tener varios objetivos: abrir con cierto estruendo el debate sucesorio, ir dando por natural que el Presidente se retira, quemar a Rubalcaba. Las hipótesis pueden ser muchas. Lo cierto es que la posición de Rodríguez Zapatero hoy ya no es la misma que la de hace cuarenta y ocho horas y quienes como Chaves , hace apenas unas semanas, no dejaban rendija alguna a que el candidato no fuera Zapatero, hoy ya hablan de asumir con naturalidad un posible relevo.

En el PSOE el desasosiego se palpa, casi hace ruido aunque esto se escenifique con el silencio o el cierre de filas. Hoy Zapatero está más débil que hace una semana y ello pese a que, en términos parlamentarios, estos días han sido unas jornadas en las que la geometría variable ha alcanzado incluso a CiU que por esas cabriolas de la política, ahora salvan a quien políticamente dan por muerto. El Presidente ha salvado con mayoría holgada en el Congreso y con acuerdo en la mesa de negociación el espinoso tema de las pensiones y jubilación. El mismo cerró el acuerdo, al tiempo que la «garganta profunda» ultimaba su «operación».

En este momento lo realmente importante es el acuerdo sobre pensiones. Del mismo, el Presidente ha informado a Mariano Rajoy al tiempo que lograba su objetivo táctico: sacar adelante el acuerdo sin el concurso del PP, partido que si se cumplen las encuestas, en poco más de un año puede estar en La Moncloa. Sacar adelante un proyecto que compromete una parte sustancial del estado de bienestar durante años sin contar con el principal partido de la Oposición es una temeridad, un alarde de supuesta fuerza un tanto infantil, pero es lo que hay y al Gobierno le ha salido bien. Al final, además, el PP se sumará al acuerdo, salvo que el ninguneo en la tramitación parlamentaria sea absolutamente palmario.

La política tiene estas cosas. Para el Gobierno no ha sido una mala semana. Ha cogido una pizca de oxigeno y se ha alcanzado un acuerdo necesario, pero la «operación» ha perturbado este orden casi natural. Lo «llamativo», por importante que sea, ha pugnado con lo importante y auguran quienes saben que esta «operación», la conocida ayer, no ha acabado porque «habrá más episodios». Lo único seguro es que, de momento, el Presidente «acuerda y calla».

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