Rafael Martínez-Simancas – Sin Etiqueta – La otra vida.


MADRID, 19 (OTR/PRESS)

Hay otras vidas pero están en esta, era el lema cursi de un anuncio de colonias que analizado con el paso del tiempo no iba tan descabellado. Desde aquella frase a nuestros días hemos ganado en pantallas planas y en color luminoso pero los hermanos Castro siguen mandando en Cuba con una gran capacidad de manejar el futuro puesto que se plantean limitar mandatos. Que esa idea sea defendida por la cúpula de un partido que pierde la memoria como las gotas de orina no deja de ser una humorada caribeña. Así pues, sólo desde la perspectiva de pensar que la vida eterna se puede disfrutar en ésta se entiende la posición de Raúl y de Fidel Castro. Y, por supuesto, dando por hecho que el infierno es aquello que siempre le toca a los demás.

Pero si cruzamos charco y distancias democráticas, si viajamos de la edad de Lennin a la de los «tablets», nos encontramos con Carlos de Inglaterra que va a casar a un hijo sin que su madre le haya dejado reinar ni cinco minutos. La salud de la reina Isabel (a quien Dios guarde como manda la tradición británica) impide que Carlos de Inglaterra y Camila puedan ser una real pareja. Recordemos los años que les costó ser una «pareja real», por lo tanto se entiende la melancolía del príncipe que debe sentir Carlos cuando ve como su hijo viene apretando fuerte y su madre está como una rosa gracias a la dieta del te que tan buenos resultados ha dado en esa familia. Se entiende que si Carlos de Inglaterra lleva cincuenta y tres años de príncipe sucesor a su hijo le quede una larga carrera como joven promesa. No sé si esto Guillermo lo tiene hablado con Kate, pero debería buscar un hueco para contárselo, para que sepa como transcurre el reloj en Buckingham Palace.

Contaba Groucho que un chiquillo se acercó a él en una calle y le dijo: «Le he reconocido, es usted Groucho, por favor no se muera nunca», y que aquello le conmovió de tal manera que fue el arranque de unas memorias imprescindibles para entender el siglo XX. Quizá Fidel tenga a Groucho por interesante por sus vínculos con la familia Marx. Quizá Groucho sea un consuelo para remediar la espera de un príncipe.

A este valle de lágrimas hemos venido a pasarlo lo mejor posible, pero también a molestar lo necesario. Los hermanos Castro deberían entender que la edad biológica acaba imponiéndose a los congresos, y Carlos de Inglaterra asimilar que no hay prejubilaciones para reinas. Y que a cada uno nos ha tocado un papel en este retablo de las maravillas, disfrutemos de la condición de angelito o de unicornio azul. De momento esta es la vida que tenemos, habrá que sacarle partido aunque sea al lado de Camila.

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