Antonio Casado – Mouriño y la conspiración.


MADRID, 29 (OTR/PRESS)

Sólo nos faltaba que también Mouriño se apuntase a la teoría de la conspiración. Lógico, hasta cierto punto, en un país con tantos devotos. Al entrenador del Real Madrid le inspiran los adictos a las mochilas itinerantes, los vuelos del faisán y los etarras voladores. Cualquier cosa que excuse de mirarse al espejo. Por ejemplo, reservarse el papel de víctima de una supuesta trama y adjudicar al adversario el papel de autor intelectual, en vez de darle un par de vueltas a los errores propios.

Algo difícil en personas pagadas de sí mismas. Tal es el caso. La autocrítica no figura en la guía de conducta de este personaje. Mala cosa para la persona, seguramente necesitada de un paso por el psiquiatra. Y, sobre todo, mala cosa para una respetadísima institución cuyos distintivos seculares pueden quedar suplantados por la imagen de un recién llegado al club.

En su insólita conferencia posterior a la justa victoria del Barcelona, en la noche del pasado miércoles, José Mouriño fue incapaz de superar deportivamente, educadamente, el ataque de contrariedad que le produjo la derrota. Y no dejó títere con cabeza en su patético intento de buscar un culpable y, de paso, desacreditar esa y otras victorias del rival.

De toda la vida eso se llama mal perder, algo impropio de un deportista. De un deportista normal, claro, forjado en el respeto al adversario, en la elegancia que ganador y perdedor demuestran cuando se estrechan la mano al final de la contienda. Renegar de esas buenas prácticas, como acaba de hacer el entrenador del Real Madrid (me parece terrible que el señorío tradicional del club madrileño vaya asociado a este napoleoncito de cercanías), es la prevaricación del deportista.

Todo esto, como se sabe, va a tener un trasunto disciplinario en los organismos internacionales del deporte. A ellos han acudido tanto el Barcelona como el Real Madrid con sus respectivas quejas sobre lo ocurrido dentro y fuera del terreno de juego en el partido del miércoles pasado en el estadio Santiago Bernabéu. Pero sea cual sea el desenlace en los despachos, y sea cual sea el desenlace deportivo en el aún abierto choque europeo de los dos grandes clubs del fútbol español (el partido de vuelta se juega el martes próximo en Barcelona), el señor Mouriño ya hizo méritos suficientes para ganarse el abucheo del público.

Un público que, por cierto, tanto el madridista como el barcelonista, está dando el ejemplo que los dos equipos no supieron dar sobre el terreno de juego, al protagonizar un partido bronco en el que se sucedieron los incidentes mientras que en la grada los seguidores de uno y otro equipo animaron a los suyos sin perder la calma en ningún momento.

El deporte es una escuela de valores. En el deporte se retratan las personas. Y Mouriño, a mi juicio, ya se ha retratado como una persona maleducada que el madridismo no se merece.

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