Fernando Jáuregui – No te va a gustar – ¿Aquí no dimite nadie?


MADRID, 20 (OTR/PRESS)

La calle se pasa el día pidiendo dimisiones de políticos. Muchas veces con justicia, otras no tanto. El «Zapatero dimisión», que algunos entonaban en las manifestaciones del domingo carece ya de sentido: Zapatero ha iniciado ya su largo adiós y probablemente no convenga acortarlo. Menos comprensible me parece que los grandes derrotados en las urnas el pasado 22 de marzo sigan todos en el machito como si tal cosa; ya se sabe que más vale coche oficial como líder de la oposición regional que transporte público fuera del calor de la cosa estatal. Pero, aún así, hay una cosa que se llama vergüenza torera que, de cuando en cuando, convendría ejercitar. Y, de esta manera, ni en Madrid, ni en Valencia, ni en Castilla y León, ni en parte alguna donde líderes socialistas se han llevado sonoros varapalos parecen haber entendido el mensaje: la ciudadanía, parece, está muy cansada de ver siempre a los mismos con las mismas recetas.

Que no digo yo, conste, que todos tengan que marcharse de inmediato, no, que los cambios son cócteles a los que hay que poner mucha soda, para amansarlos; pero sí deben algunos, muchos, empezar a pensar que la renovación de ideas pasa, en primer término, por la renovación de caras, e ir preparándose para los relevos que correspondan. Y es que hay figuras -no cometeré la imprudencia de citarlas una a una: que cada cual interprete a su gusto_ que jamás podrán ganar unas elecciones, por mucho tiempo que pasen calentando el banquillo desde la oposición.

Reconozco que también me ha producido cierta sorpresa el hecho de que el coordinador general de Izquierda Unida, Cayo Lara, no dimitiese tras haberle desautorizado este fin de semana, de manera flagrante y cruenta, las «bases» de la coalición, dando el poder, al no apoyar a los socialistas, al PP en Extremadura y en varias localidades extremeñas (y no solo).

Lara aseguró, antes de las elecciones, que IU impediría tajantemente, allá donde pudiese hacerlo, que el PP gobernase en municipios y comunidades autónomas. Es decir, que habría pacto con los socialistas para frenar la presencia de los «populares». No ha sido así, y Lara prefiere hablar de sanciones a otros más que de dimisión propia, que es, sin embargo, algo que me consta que al coordinador de IU, persona por la que siento el mayor de los respetos, le hubiese gustado hacer si le hubiese resultado fácil. Porque, visto lo visto en la actuación de las «bases» extremeñas, ¿dónde queda el respeto al elector de IU, que sin duda no entregó su papeleta a la coalición para que, al final, fuese en beneficio del PP?

Es el caso que conviene, me parece, ir desmontando a toda una casta política «intocable» -del poder pasa a la oposición, de allí al poder y así hasta la eternidad- para acercarla más a los electores. Desbloquear las listas electorales, como ha sugerido Esperanza Aguirre, puede ser el principio de un camino para que el ciudadano sienta que vota a «su» representante, y no a quienes quieran, arbitrariamente, las direcciones de los partidos. Y ya digo: acaso sugerir -amablemente, eso sí_ que algunos dejen las poltronas que no han podido defender ante las urnas sería otro paso interesante. Más bien imprescindible. En España, como tantas veces se ha dicho, hay que conjugar con mayor frecuencia, desde los cargos públicos, el verbo «dimitir». En otros países se hace y ya ven: no pasa nada.

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