Fermín Bocos – Zapatero ha vivido improvisando.


MADRID, 1 (OTR/PRESS)

La confusión forma parte del ADN de nuestro Gobierno. Confusión que rima con improvisación. Hace unos meses nos dieron una larga explicación acerca de las ventajas de reducir a 110 kilómetros por hora la velocidad máxima a la que se podía circular por las carreteras españolas y ahora, con similar aplomo, los mismos exégetas de aquella singular ocurrencia predican las bondades de la vuelta a los 120 kilómetros por hora. ¿Qué decir en casos como éste? ¿Qué no se aclaran por falta de tiempo para pensar antes de actuar? ¿Qué es humano dudar y que en la duda, como bien sabía el gran Sócrates, está el origen de la ciencia? Me temo que, salvo excepciones, hablando del Gobierno Zapatero, es más la duda que la ciencia. A las pruebas me remito. Y no sólo en este asunto de la velocidad que se comenta por sí mismo.

Llevan años improvisando. Viviendo al día. Una forma de vivir que resulta llevadera mientras no hay grandes problemas. Cuando llegan, por ejemplo, una crisis financiera y económica de proporciones desgarradoras, entonces se descubre el cartón. Ocurrió al principio de la crisis cuando a Rodríguez Zapatero, tras negar la mayor, se le ocurrió aquél trampantojo conocido como Plan «E». Más de ocho mil millones de euros repartidos entre los ayuntamientos, pero no para pagar las deudas que tenían -y todavía tienen-, sino ¡para hacer rotondas! Miles de innecesarias y ridículas rotondas. Fue una ocurrencia. Como lo fue, también, aquella «Alianza de Civilizaciones» que nos ha costado un ojo de la cara y de la que ya nadie se acuerda; o lo del cheque-bebé, que luego hubo de cancelar porque no salían las cuentas y había que recortar el sueldo a los funcionarios y congelar las pensiones para que el Estado pudiera hacer frente a sus pagos y demás obligaciones.

Zapatero ha vivido improvisando, ignorando aquella máxima romana que asegura que una orden seguida de una contraorden equivale a un desorden. Pues en eso estamos. Genio y figura… El pasado martes, en el transcurso del debate sobre el estado de la Nación, se despidió, cosechó aplausos, provocó emociones y… ¡ahí sigue!. Ahí sigue a modo de genuino oxímoron de la política. Lo uno y lo contrario en la esencia misma de las cosas. Zapatero en estado puro.

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