Francisco Muro de Iscar – Breviario para líderes.


MADRID, 02 (OTR/PRESS)

Hace cuatrocientos años, nada menos, el cardenal Mazarino -aunque sea un cardenal no es obligatorio descalificarlo de antemano como hace habitualmente la progresía de salón con todo lo que huele a Iglesia, católica por supuesto – escribió un «Breviario de los políticos» que debería ser lectura obligatoria tanto para Rajoy y Rubalcaba como para sus directoras de campaña, Ana Mato y Elena Valenciano. Aprenderían muchas cosas, recordarían otras y sabrían cómo afrontar esa salida de tono del candidato socialista autoproclamándose «líder» del partido en un claro menosprecio del presidente y secretario general de su partido, José Luis Rodríguez Zapatero, que ya ha comenzado unas largas vacaciones, pero que, oficialmente, sigue siendo el rey, perdón el líder.

Mazarino que fue nombrado cardenal por Richelieu, otro al que deberían estudiar los nuestros de cara a la batalla que se avecina, empieza su libro señalando que «antiguamente la filosofía pura se basaba en dos principios. Hoy también se basa en dos. Antiguamente eran: «Aguanta» y «Abstente». Hoy son: «Simula» y «Disimula». ¿Sabia Mazarino que los dos protagonistas principales de las próximas elecciones iban a ser Rajoy y Rubalcaba y los retrató en las primeras páginas de su opúsculo? A lo largo del libro, Mazarino analiza diversas cuestiones entre ellas cómo obtener favores, conocer la intención que hay detrás de las palabras, sortear las trampas, evitar ofender, introducir una novedad, no jugársela, ocultar los errores, reprimir la ira, desviar las sospechas, simular sentimientos y aprender a actuar hábilmente. Un manual básico electoral.

Los líderes se imponen por su autoridad moral y no porque los imponga el aparato del partido o el dedo del presidente. Porque cuando eso sucede, que sucede más frecuentemente de lo deseable, ocupan el poder de forma inmerecida, tal vez fraudulenta, y su autoridad dura hasta que se olfatea que lo va a perder. Aznar o Felipe González la mantienen entre los suyos, a pesar de que frecuentemente no contengan su incontinencia verbal. Dudo que suceda lo mismo con Zapatero, un «líder» ya amortizado por los suyos y por su sucesor.

Mazarino aconseja al político que prevea lo que tiene que hacer y lo que ha de decir. «Hay pocas posibilidades, dice el cardenal, de que se interprete en el buen sentido lo que hagas o digas; en cambio, ten por seguro que siempre se malinterpretará». Rajoy o Rubalcaba, diga lo que diga éste, no aspiran a ser líderes de su partido. Aspiran a ganar las elecciones porque los dos saben que no hay futuro en política para el que pierda. No importa quién tiene el liderazgo, aunque Rubalcaba se haya puesto nervioso ante la pregunta. Lo que importa es saber si gana el cardenal Rajoy o el cardenal Rubalcaba. También decía Mazarino que importa más «el centro que los extremos». Que tomen nota.

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