Esther Esteban – Más que palabras – Adiós a las armas


MADRID, 21 (OTR/PRESS)

ETA ha dicho adiós a las armas y es una noticia histórica que nos alegra a todos los demócratas, pero no ha dicho ni donde, ni cuanto entregará esas armas, ni tampoco ha renunciado a ese lenguaje repugnante que habla de represión, de lucha o de resolución de las consecuencias del conflicto.

En esta hora tan esperada por todos, los políticos. De momento, han estado a la altura, dando un mensaje de unidad, recordando a las victimas, huyendo de la euforia y dejando claro que a ETA le ha derrotado la fortaleza del Estado y por eso la ley y su imperio es la guía que se ha de seguir.

El paso está dado, pero la potencia de la noticia no nos debe nublar la memoria. Y esa memoria dice que 829 inocentes -de los que 506 eran miembros de las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado, 48 empresarios y 39 políticos- fueron cruelmente asesinados. La memoria nos dice que ETA ha secuestrado a 77 personas dándoles un trato infrahumano, que ha utilizado el chantaje para financiarse y que ha sembrado el miedo en la sociedad vasca y española con su locura sanguinaria de socializar el terror.

La memoria nos obliga a recordar todos y cada uno de sus actos y de ahí la prudencia y la cautela con la que se deberá actuar para administrar la rendición, hasta que esta se complete. La banda, en su comunicado, habla del reconocimiento de Euskal Herria y del respeto a la voluntad popular, es decir, el derecho de autodeterminación, imposible de alcanzar con la Constitución en la mano. Habla de los presos e insiste en que «ha sido la lucha de largos años lo que ha creado esta oportunidad», justificando, una vez mas, todas las atrocidades cometidas. Pide un dialogo de tú a tú con los gobiernos de España y Francia, pero ni rastro de arrepentimiento, ni una mínima alusión a las victimas.

Ha dicho adiós a las armas, dándole un gran balón de oxígeno a la izquierda abertzale – su brazo político, para las próximas elecciones- pero el final todavía no se ha escrito y será largo y difícil, lo que nos obliga a todos a hacer un ejercicio de prudencia y contención. Sea quien sea el próximo inquilino de la Moncloa tendrá en sus manos una auténtica patata caliente porque deberá con la ley de la mano dar salida a la situación. Subrayo lo de «con la ley en la mano» porque ya se han alzado algunas voces -bien es cierto que las menos- hablando de que la sociedad tiene que ser ahora generosa con quienes tienen las manos manchadas de sangre y esas son palabras muy mayores, sobre todo mientras ETA siga tratando de rentabilizar su historial criminal y obviando pedir perdón a las victimas.

ETA no ha decidido decir adiós a las armas, sino que hemos sido los demócratas quienes les hemos obligado a hacerlo porque aquí se mire por donde se mire si hay vencedores y vencidos. Los vencedores somos todos nosotros que llevamos cincuenta años de sufrimiento y los vendidos quienes nos querían poner de rodillas con el tiro en la nuca desde el lado oscuro. Hacer tabla rasa y ponernos en el mismo lado a unos y otros seria un error de lamentables consecuencias en nombre de la libertad, la justicia y la dignidad que siempre han reclamado las víctimas. Se lo debemos a ellos y tenemos memoria.

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