Fernando Jáuregui – La semana política que empieza – Ni Grecia, ni Italia: esto es España, señores.


MADRID, 05 (OTR/PRESS)

Ya sé, ya sé que estamos en campaña electoral, la de más bajo perfil que yo recuerdo, por cierto; ya sé que ETA ha dejado de ser una pesadilla, aunque algunos no lo admitan; ya sé que España está ante una segunda transición en lo legal, en lo territorial, en lo institucional. Pero me da la impresión de que los españoles atribulados, aprensivos, escépticos que muestran las encuestas, como la última del Centro de Investigaciones Sociológicas, están, estamos, más pendientes de las noticias que vienen del exterior que de la actualidad nacional.

Se analizan en lo que se puede, porque nos lo explican mal (¿deliberadamente?), las cumbres del Consejo Europeo, la del G-20 y hasta la de Paraguay, conscientes los lectores de prensa, los espectadores de radio y televisión, los navegantes por Internet, de que en Bruselas, Cannes o incluso Asunción, nos jugamos más que con la imparable victoria de Mariano Rajoy sobre Alfredo Pérez Rubalcaba: el futuro nos viene de fuera.

Y no me extraña, pero me contraría, la actitud del ya casi difuminado José Luis Rodríguez Zapatero sacando pecho en el encuentro de los «veinte grandes», en Cannes, porque los poderosos -o sea, Merkel, Sarkozy, Lagarde y Obama, que son los representantes máximos del poder terrenal_no nos han regañado, ni humillado, como a Grecia o a Italia. No, España no es Grecia, Dios nos libre, ni tampoco es Italia, ese gran país artificialmente unido y que está dando tan triste espectáculo político.

España también es un gran país en el que, tengo la impresión, se implanta la tristeza de la rutina que consiste en saber que vienen tiempos peores y asumirlo; pero en España ni se han falseado los datos económicos, ni se ha tratado de engañar a quienes mandan en la UE diciéndoles que se aprobaban medidas que luego no se ponían en marcha, ni el Gobierno ha trampeado -aunque mucho se haya equivocado-, ni la oposición ha jugado a derribar el templo -aunque poco haya propuesto de constructivo-. Esto, señores, es España, con su enorme potencial y su tremenda tragedia de cinco millones de parados y suma y sigue.

No estoy seguro, señor Zapatero, de que haya muchos motivos para sacar pecho, ni en Cannes ni al salir de La Moncloa con las maletas en la mano, como ocurrirá con toda seguridad dentro de seis semanas. Jamás, desde aquellos días, también de noviembre, hace treinta y seis años, cuando se apagaba el franquismo que nos oprimió durante cuarenta años y se vislumbraba una nueva era no bien definida, he visto al país tan desconcertado, con tamaña inseguridad jurídica y económica.

Hay motivos para la preocupación, sin duda. Y a mí, ciertamente, no me consuela no ser la Grecia caótica, ni la Italia donde el primer ministro pone al mal tiempo peores canciones. A mi me preocupa volver a ser la España tristona y gris que los mayores ya hemos conocido esperando que los jóvenes no deberían conocer. Y para evitarlo, claro está, no basta una campaña electoral átona, ni un cambio político inevitable, seguramente deseable, pero lleno de desconfianzas.

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA

Lo más leído