El gabinete de Rajoy, bien, con algunas reservas.

El flamante gobierno del Partido Popular es estos días el nuevo alimento periodístico, muy palatable además y de mejor digestión que algunas comidas y cenas navideñas. Aunque es una tentación hablar y escribir de perfiles, sólo voy a dar unas pinceladas de trazo grueso sobre algunos de los estrenados. La izquierda está que trina por la paridad. Que esto sea tema con la que está cayendo me parece, cuando menos, frívolo y propio de quien se toma la política a broma o como mero pasatiempo social. Un titular de prensa cataloga el gabinete como “sobradamente preparados”. La aclaración, aunque obvia, no sobra, máxime acostumbrados como estamos a las sorpresas de infarto de Zapatero, con sus Pajines, Aídos y Chacones. Sí, ya sé que estoy criticando a tres féminas y que también hubo varones nefastos en el gobierno socialista, pero lo de estas tres ministras rebasó todos los límites admitidos. Que Rajoy se rodee de gente de su confianza es lógico. Es inteligente además que arrope a quienes le demostraron fidelidad y entrega absoluta a lo largo de su éxodo hacia la tierra prometida. Tierra prometida y alcanzada quizá porque supo tener paciencia y tesón, tragarse muchos sapos y no estrellar las tablas de la ley contra el becerro de oro, escena magistral y sublime de Charlton Heston encarnando a Moisés en la película de Cecil B. DeMille. Lo de Mariano no es enfadarse, ni siquiera ofender de palabra, salvo alguna frase escapada como aquella famosa “bobo de solemnidad” lanzada a Zapatero y poco más. Lo de “hombre tranquilo” es una calificación que define su perfil y talante, y es nuestro deseo que no sea merecedor de otras que la desbanquen.

La comparecencia de Rajoy en el salón de tapices del Consejo de Ministros fue un hito histórico que todos esperábamos, pero supo a poco. Demasiado escueto el acto y ¡oh!, sin preguntas, al estilo Zapatero, todo hay que decirlo. Esperemos que la mala e irrespetuosa costumbre impuesta en la legislatura pasada, y adoptada por otros políticos –el efecto contagio es terrible—de convocar sólo a los informadores gráficos, no sea adoptada por nuestro recién estrenado gobierno.

En cuanto a los ministros, pongo mi esperanza en el de Defensa, Pedro Morenés, porque sé que devolverá al ejército español, tan ninguneado y humillado en las dos últimas legislaturas socialistas, el lugar y el papel que por historia y tradición le corresponde.

Aunque Luis de Guindos estuvo siempre en las quinielas, queríamos creer que para la cartera de Economía se optaría por alguien que no tuviera un pasado tan en entredicho como el suyo. Soñábamos con Pizarro, hombre cabal, moral y competente; ideal para un periodo de crisis en el que hay que conjugar tantos parámetros. ¿O quizá se buscaba ese “ogro” financiero, capaz de llevar a cabo las reformas estructurales y acometer las medidas extremas que exige la UE? No hay que olvidar que Luis de Guindos, si bien es considerado como un profesional brillante con gran proyección internacional, fue consejero asesor para Europa del Lehman Brothers, y hablar de tal entidad es hacerlo del inicio del desmorone financiero internacional. Que es un duro de la economía, sí y que no le hacen cosquillas ni las lisonjas ni los amores, también. Sólo cabe esperar que haga el milagro y se redima entre los escépticos.

El ministerio de Sanidad empezó a perder enteros y a ser desgobernado en la primera legislatura socialista, y en la última, con Leire Pajín, fue de cierre y derribo. Digo esto porque, con todos mis respetos para la señora Mato, no consigo ubicarla al frente de la sanidad española, con una problemática mayor que nunca, en un marco económico como el actual. ¿Qué conocimientos tiene de medicina? ¿Qué experiencia tiene en gestión sanitaria? ¿No tiene el PP médicos expertos en gestión, sabiendo que va a haber que aplicar el céntimo al máximo, pero con el sentido común que sólo da la experiencia? Espero equivocarme en mi análisis.

Otro ministro que me intranquiliza es el de Justicia, y no por falta de formación. Poner en manos de Gallardón, por muy fiscal que sea, algo tan complicado y en tal estado de deterioro como es el sistema judicial, que necesita una reforma urgente –y a ver si tiene arreglo—, creo que es un craso error. A no ser que haya otros intereses. Sólo recordar que Gallardón, contento con la versión oficial, fue uno de los partidarios de dar carpetazo al 11M. Y la demanda a Federico Jiménez Losantos por llamarle “alcaldín” y algún apelativo más, fue a todas luces desproporcionada y una manera medievalista de entender la Justicia.

Fantástico ese frenazo de Rajoy al diputado de Amaiur. “Yo a usted no le debo nada” es otra frase para la posteridad. Sin embargo, no todas las sentencias son tan afortunadas, como la que nos invita a inyectarnos ketamina en vena y olvidarnos del pasado, porque “en política, no existe la herencia a beneficio de inventario”. Porque entiendo que ese “buenismo” es para todos, periodistas incluidos. El no mirar atrás está bien, sobre todo si se corre el peligro bíblico de ser convertido en estatua de sal, que no es el caso. Pero, entonces, ¿lo pasado, pasado? ¿Todo el mundo de rositas? ¿Casi ocho años de sufrimiento verdadero y ahora basta el castigo de las urnas? ¿Estamos hablando de una nueva manera de hacer política? Está bien el perdón, la moderación y todos los valores y virtudes que queramos practicar. Pero, ¡tanto como no mirar atrás! Ya veremos cuando descubran el agujero negro.

Pero hay otras cosas. Urge la economía, sí. Pero hay promesas electorales a las que don Mariano no aludió en su debate de investidura: la derogación de la ley del aborto es la principal. A los provida nos hubiera gustado alguna alusión, aunque fuera un simple guiño. Atrás queda aquella frase de Bibiana Aído llena de sabiduría, “el feto es un ser vivo pero no humano”. Confiamos en que tal ultraje no vuelva a repetirse en nuestra España y que el PP proteja la vida desde el momento de la concepción hasta la muerte natural. Hay miles de votos empeñados a la espera del fruto. Esto es competencia de la señora Mato. ¿Será capaz? ¿Tendrá voluntad de ello o se conformará con una reforma tibia, prohibiendo que las niñas de dieciséis años no puedan abortar sin el consentimiento de los padres? Hay quien dice que aseguró que la cuestión del aborto era un problema menor, pero vamos a concederle el beneficio de la duda, aunque sea por poco tiempo. Desde los Servicios Sociales –también de su competencia—gestionan los abortos en la sanidad pública. No estaría mal empezar por ahí los recortes. A su ministerio le competen también los temas de igualdad, es decir, todo lo relacionado con el género, esa ideología descabellada y perniciosa que está cambiando la sociedad de manera silenciosa. La señora Mato tiene ante sí todo un reto.

A pesar de estas pinceladas de desacuerdo, tengo confianza y esperanza de que entre todos consigamos enderezar esta nación abatida por la crisis, el relativismo moral y el laicismo. Ver al nuevo gobierno prometer o jurar ante el Cristo que volverá a nacer dentro de unos días es ya un avance que anuncia un nuevo tiempo.

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Por Magdalena del Amo
Periodista y escritora
Directora de Ourense siglo XXI
Directora y presentadora de La Bitácora, de Popular TV
www.magdalenadelamo.com
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(22/12/2011)
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Autor

Magdalena del Amo

Periodista, escritora y editora, especialista en el Nuevo Orden Mundial y en la “Ideología de género”. En la actualidad es directora de La Regla de Oro Ediciones.

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