Los políticos también deben quitarse el postre. Sabíamos que habría recortes; los pedíamos; los esperábamos; los deseábamos; los publicitamos; los defendimos e incluso alabamos en su día al primer ministro de Portugal, Passos Coelho, por la valentía de prometer a sus conciudadanos durante la campaña un futuro negro y años de vida austera para hacer frente al rescate. Y animamos a Mariano Rajoy a ser claro e imitar a su homólogo portugués, conscientes de que el agujero económico de España llegaría a las antípodas.
Esperábamos las medidas de ajuste como si se tratase de los regalos y novedades que el tío Marciano traía de sus viajes por los Mares del Sur. Al Gobierno le urgía demostrar a los mercados que lo pactado para cumplir con el déficit iba por buen camino y que no iba a defraudar. Por eso, el Consejo de Ministros del día 30 había creado más expectación que nunca, a pesar de estar ya inmersos en los preparativos de la Nochevieja.
Los ministros De Guindos, Montoro, Báñez y Soraya se presentaron en la rueda de prensa bajo la forma de Los Cuatro Jinetes del Apocalipsis, sin caballo, pero con las espadas enhiestas, dispuestos a dar la batalla. Si en su representación original los jinetes personifican el hambre, la guerra, la muerte y la victoria, y emergen cuando Jesús abre los cuatro primeros sellos del pergamino que Dios lleva en su mano derecha, este cuarteto histórico e inmortalizado ya, acaba de abrir el pergamino del libro de ruta del Partido Popular para los próximos meses/años.
Pero fue una apertura de sello con mal pie, y llegó el primer desencanto de los que apoyamos y confiamos; porque, estando de acuerdo con el fondo, no podemos estarlo con la forma. Es cierto que el déficit no era del 6% sino del 8%. Y apuesto a que será todavía mayor. Pero de eso ya era conocedor el Partido Popular; eso ya lo sabían antes del traspaso de poderes por pura deducción; eso ya lo conocían antes del debate de investidura. ¿Y quieren despacharnos diciéndonos que la subida del IRPF se debe a “decisiones extraordinarias”, por circunstancias “no previstas” de excesivo déficit público? Eso no se lo cree nadie. Y si es así, poca confianza merecen unos gobernantes que no fueron capaces de prever lo que era de dominio público. Además, ¿en qué quedamos? Según De Guindos ya estaba descontado. Que se pongan de acuerdo, porque no es una buena manera de estrenarse.
Que hay que hacer recortes, está claro, si se quiere cumplir con la reducción del déficit público al 4,4% del PIB en 2012. Y que tiene que ser a costa de recortar el gasto (8.900 millones) y de recaudar (6.275 millones), también. Pero, ¿era necesario empezar con el IRPF, que afecta a la clase media, después de haber dicho en repetidas ocasiones que no lo tocarían? Hay que recordar que cuando estaba en la oposición, Mariano Rajoy dijo que subir los impuestos “sería la puntilla para las familias” y lo consideraba un “disparate estratosférico”. En el debate de investidura continuó en la misma línea –igual que en campaña—, y así le respondió a Rubalcaba cuando éste le instaba insistentemente de dónde iba a sacar los 16.500 millones de euros: “Mi intención es no subir los impuestos”. Lo que más irrita es que Mariano Rajoy faltó a su palabra. Es cierto que la medida se decidió unas horas antes, ante el temor de que la prima de riesgo se disparase. Hubo que poner en la balanza enfadar a los de casa o enfurecer a Merkel. Pero aun así, no es suficiente motivo para incumplir la palabra dada y fallar, a la primera de cambio, a quienes lo consideraban un hombre de ley, que nunca les mentiría. ¿Recuerdan? Los españoles se merecen un gobierno que no les mienta. ¿Lo tenemos?
La subida de pensiones el 1% –2,80% las no contributivas—, bien, pero a ver cómo les salen las cuentas a los jubilados, tras el incremento del IRPF. Mucho nos tememos que lo comido por lo servido. Congelar el SMI (641,40 euros), de los más bajos de la Europa, tampoco deja ver un exceso de solidaridad con los más desfavorecidos. En cambio, solo recortan el 20% a los partidos políticos y el mismo porcentaje a sindicatos y patronal. Por otro lado, no hay recortes en las partidas del Congreso y del Senado. No se habla de medidas que atañen a la clase política. Por ejemplo, suprimir organismos, como los Consejos Consultivos, los Consejos Económicos y Sociales o los Defensores del Pueblo, que tragan cantidades ingentes de dinero y que no hacen sino duplicar los órganos del Estado que ya existen. Tampoco se habla de los privilegios de la clase política –una de las mayores preocupaciones de los ciudadanos—, las jubilaciones de los expresidentes, incluso de los que saquearon las arcas del Estado dejándolo en la ruina. Esto enfurece un poco. Porque si la crisis es para todos, los políticos deben dar ejemplo, y lo que no es aceptable es que con estas primeras medidas se castigue a los que más trabajan y a los que más ahorran. Por otro lado, estas medidas serán estériles si no van reforzadas con otras para generar empleo. En marzo se completará el paquete de recortes. Subirá el IVA dos puntos, si Dios no lo remedia, y habrá otros impuestos, incluido el copago. Bien explicado, la sociedad aceptará lo que sea y arrimará el hombro. Lo que no admitirá es la falta de transparencia, la mentira y los eufemismos. De eso ya teníamos dabondo con los socialistas.
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Por Magdalena del Amo
Periodista y escritora
Directora de Ourense siglo XXI
Directora y presentadora de La Bitácora, de Popular TV
www.magdalenadelamo.com
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(3/1/2012)
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