Antonio Casado – A vueltas con la corrupción.


MADRID, 4 (OTR/PRESS)

Si algo queda claro en la zarabanda interna del PSOE (pre-calentamiento del comité federal convocado para este domingo) es el carácter intercambiable de las propuestas que vamos conociendo por boca de sus dos aspirantes a la Secretaría General del partido, los exministros Rubalcaba y Chacón.

Carme Chacón no puede dejar de compartir el objetivo de lograr un partido «fuerte, abierto y participativo», formulado en el documento de 38 propuestas presentado este miércoles por el excandidato socialista del 20-N. Pero Rubalcaba tampoco puede impugnar de ninguna manera la idea de Chacón, expresada por boca de la también exministra Cristina Narbona, respecto al imperativo de cambio como resorte de credibilidad. Aunque se haya tomado como un ataque a su persona las alusiones a una cierta tibieza del Gobierno socialista en la lucha contra la corrupción inmobiliaria y el fraude fiscal.

No lo debería tomar el exministro del Interior como una cuestión personal. Eso parece cuando se apresura a recordar sus desvelos como titular de ese Departamento para dotar al Estado de unidades específicas contra la corrupción inmobiliaria. «Yo sí he combatido la corrupción y buenas broncas me ha ganado por eso», declaraba el otro día. Sin embargo no creo que Narbona tuviera la menos intención de descalificarle. Sería absurdo, después de haber formado parte del mismo Gobierno. Como deseo de que aún se hubiera hecho mucho más contra la corrupción y, por supuesto, de que se haga mucho más en el futuro, no puede dejar de ser compartido por el propio Rubalcaba.

La verdad es que a nadie puede sorprenderle la aparición de nuevos casos. La corrupción es tan antigua como la tos. Lo nuevo, en todo caso, es precisamente que ahora nos enteramos. Y que estas conductas se han investigado y perseguido con creciente contundencia en nuestra reciente historia democrática. Al tiempo de los Gobiernos de Zapatero pertenecen los sonoros casos que han sido bautizados como: «Brugal», «Pretoria», «Malaya», «Poniente», «Gürtel», «Babel», «Palma Arena», y otros en singular amontonamiento con profesionales de la política.

Hay un mejor análisis de la lucha contra la corrupción que éste de la pelea pre-congresual de los socialistas. Me refiero al interés general de la misma. Es decir, la corrupción como quehacer común de todos los Gobiernos, al margen de su color político. En este sentido conviene recordar que los mismos policías, guardias civiles, fiscales y jueces que persiguieron la corrupción bajo mando de un Gobierno socialista seguirán haciéndolo exactamente igual -igual de bien- con un Gobierno del PP. Tolerancia cero contra la corrupción. Venga de donde venga. Y no hay ninguna razón para poner en duda la adhesión a tal doctrina de los partidos centrales del sistema.

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