Chacón y Rubalcaba, las dos promesas del nuevo socialismo.

No se entiende lo de Rubalcaba. Por varias cosas. Si nos retrotraemos a siete meses atrás, cuando saltándose todas las normas de democracia interna se erigió en candidato, se dijo que era un acto de generosidad hacia su partido, porque a él lo que le apetecía era retirarse. Fue muy comentada aquella rueda de prensa de Chacón, en la que medio llorosa, frágil y emocionada anunció su retirada para no perjudicar al partido. Por esos días cosechó opiniones benevolentes que enseguida se inclinaron de su lado, porque daba la impresión de ser la perdedora. Pobre Chacón, se lamentaban algunos, y casi todos coincidían en que tenía más futuro que presente. Pero hubo opiniones más suspicaces que, lejos de interpretar su marcha como una rendición, dejando vía libre a Rubalcaba, veían la mano alargada de Barroso, su compañero, experto de comunicación, que aconsejaba un retiro político transitorio, para renacer en una coyuntura más propicia. Con ello se desmarcaba de la jaula de grillos en la que se había convertido el Partido Socialista y evitaba ser salpicada por el batacazo de las generales.

Una vez nombrado candidato, Rubalcaba se esfuerza en dar la impresión de que lo del paro, la crisis y el estado ruinoso de las arcas, hasta el punto de estar intervenidos de facto, no tiene nada que ver con él y se comporta como un venusino que acaba de aterrizar, con un plan bajo el brazo: la solución para acabar con el paro. A Zapatero fingía no conocerlo, y tampoco todas las medidas desacertadas que nos tuvimos que tragar a lo largo de sus dos legislaturas. Durante la campaña, a pesar de las encuestas, Rubalcaba hizo toda suerte de ensayos para mantener el tipo y evitar que el partido se desmoronase, desde sacar a Felipe González de la trastienda, fotografiarse al lado de su utilitario rojo, amenazar con “que viene la derecha” y cambiar de nombre cada semana. Pero su punto de mira estuvo en la disolución de ETA, y vivió en un sinvivir esperando el comunicado pactado. Y llegó, pero fue alegría de unos días, y a pesar de las loas al mal llamado fin de la banda –pues no han entregado las armas y siguen apareciendo zulos— por parte de políticos y medios de comunicación, apenas tuvo efecto en las encuestas.

Casi dos meses después de la debacle, Rubalcaba sigue en el machito y no está dispuesto a dejar la plaza libre. Pero el partido está desmotivado. Corren manifiestos con nuevas propuestas para un Partido Socialista nuevo, “Mucho PSOE por hacer”. Y ahí está Chacón, debidamente descrionizada y lista para “encabezar un tiempo nuevo”. Lista en dos de sus acepciones: preparada y sagaz, dispuesta a enfrentarse a Rubalcaba, o a posibles, en el congreso número 38 en Sevilla, del 3 al 5 de febrero.

Rubalcaba y Chacón representan lo viejo, y no por las edades. Son la imagen de lo que los españoles quisieron enterrar el pasado 20 de noviembre. El uno, porque su pasado largo y oscuro no es compatible con lo que se entiende por renovación, y la otra porque su nombre, Carma, delata a la catalanista, por mucho que ahora se haya convertido al hispanismo, y con tal de ganar votos, no le importe ser por un tiempito la Carmen de España o incluso la de Merimé. Ataviada con cazadora roja, presentó hoy en Olula del Río su candidatura a la secretaría general del partido. Debutar en el pueblo almeriense es cuestión de estrategia para seducir a la federación andaluza, que será quien aporte casi el 25% de los delegados al congreso de Sevilla. Sin embargo, tanto tiempo alardeando de nacionalista radical e independentista, con su mente puesta en Québec como planteamiento de modelo secesionista, es cargo en el debe difícilmente amortizable. Su porvenir encaja mejor en el PSC, cada vez más radical y parecido a Ezquerra Republicana, como demostraron los años de tripartito, con Montilla a la cabeza. Pero ahora le conviene pasar página y olvidarse de ciertas amistades peligrosas de las que hizo gala. A nadie se le ha olvidado aquello de “todos somos Rubianes”, cuando le declaró su apoyo al impresentable –Dios lo tenga en la gloria— miembro de la ceja cuando dijo que estaba harto “de la p-t- España”. Y si alguien representa de facto la política radical de Zp esa es la Chacón, que fue nombrada ministra de Defensa, sin ninguna preparación ni ajustarse al perfil, solo para desafiar al Ejército y anunciar que llegaba una new age también para las tropas. Y llegó. ¿Recordamos a los altos mandos ninguneados y rebajados? ¿Recordamos la prohibición de funerales? ¿Recordamos la prohibición de cantar la Salve Marinera en los actos de la Escuela Naval Militar de Marín el día de la Virgen del Carmen, patrona de la Armada Española? Nuestras tropas fueron constantemente humilladas durante las legislaturas socialistas. Hoy Chacón se atrevió a hablar de nuevos tiempos, de nuevos rumbos y presumió de la riqueza de España en acentos. ¡Ahora se entera! A Barreda le gusta más que Rubalcaba y estuvo presente en el acto, al que también asistieron Pajín, Zerolo y lo más radical del club del rojerío de caviar. Es lo que hay.

Los pesos pesados –Zapatero, De la Vega, Almunia o Bono— de momento no han comprometido su preferencia, aunque se sabe que Rubalcaba tiene más apoyos. Los alcaldes, que cabildean para tener más presencia, una vez descabalgados del gobierno y de las autonomías, prefieren lo malo conocido que lo bueno por conocer y no están por la labor de apoyar –al menos en bloque—una tercera vía, aunque por separado, todos tengan sus intereses. Se dice que el partido quiere evitar sorpresas al estilo del congreso 35 en el 2000, cuando Zapatero salió elegido secretario general. Eduardo Madina, aunque del agrado de muchos históricos no acaba de posicionarse, y García Page –alcalde pero no diputado—, visto por muchos militantes como la auténtica renovación, no saltará a la primera fila de momento por impedimento de la propia maquinaria del partido.

Rubalcaba vuelve con sus nuevos envites propagandísticos: “38 propuestas y… + para lograr un PSOE más fuerte, más abierto y participativo”. Primarias a la francesa no solo para militantes, sino para invitar a todos los “progresistas” de España, y más participación de las bases.

Los dos candidatos se verán las caras el domingo 8 en el Comité Federal donde se aprobará la ponencia marco, de donde Rubalcaba puede salir tocado si se acepta la enmienda de Ibarra, que propone la retirada de todo candidato que haya perdido unas elecciones por más de tres puntos.

Vistas las cosas, hay pocas esperanzas de que el PSOE renazca de sus cenizas, y eso perjudica la democracia, que para su buen funcionamiento necesita una oposición equilibrada, responsable y competente, máxime cuando el partido gobernante goza de una mayoría tan holgada. Pero, o bien utilizan algún encantamiento, o los militantes continuarán en su estado de apatía perpetua. Los dos candidatos ya han segregado todo su jugo. Los críticos proponen que se aplace el congreso al mes de junio; así habrá más tiempo de reflexionar sobre las nuevas líneas maestras del partido, y para la presentación de candidatos alternativos, si quiere llegar nuevamente a La Moncloa. De ello depende, y también de los errores que cometa el PP. En cualquier caso, urge un cambio de caras y de actitudes.

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Por Magdalena del Amo
Periodista y escritora
Directora de Ourense siglo XXI
Directora y presentadora de La Bitácora, de Popular TV
www.magdalenadelamo.com
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(7/1/2012)
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Autor

Magdalena del Amo

Periodista, escritora y editora, especialista en el Nuevo Orden Mundial y en la “Ideología de género”. En la actualidad es directora de La Regla de Oro Ediciones.

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