Antonio Casado – Presos etarras.


MADRID, 9 (OTR/PRESS)

Algo no marcha bien en una sociedad cuando una parte tan importante de la misma reclama la amnistía para reclusos que están cumpliendo condena por asesinato. Hablo de la sociedad vasca y los presos de ETA. En la manifestación del sábado no solo se pidieron acercamientos y mejor trato penitenciario. También hubo recurrentes gritos de amnistía en favor de los condenados por delitos de sangre. Eso es lo chocante.

Más chocante todavía es la justificación invocada. La que valora los motivos políticos como un eximente moral. Aberración instalada en el pecho de quienes, tal vez de buena fe, esperan como algo verosímil que los poderes públicos olviden por decreto del BOE las barbaridades de quienes asesinaron arbitrariamente a más de ochocientas personas.

Unos están en la cárcel y otros no. Hay 314 asesinatos de la banda terrorista cuyo autor no ha sido descubierto. Lo menos que podemos exigir los demócratas es que los detenidos, juzgados y condenados, cumplan su pena en régimen de igualdad con los demás reclusos. Incluidos los que asesinaron por hambre, celos, venganza, odio o el placer de matar, ¿por qué iba a tener premio penitenciario asesinar en nombre de la patria vasca y no por otras motivaciones, más allá de la previsión legal? Es más, después de las últimas modificaciones legales, el delito terrorista tiene una penalización suplementaria. Por ejemplo, los 40 años de cumplimiento efectivo de una condena o la aplicación de beneficios no sobre ese máximo sino sobre el total de la pena, de 100, 200 ó 300 años (doctrina Parot).

Las reivindicaciones formuladas en la manifestación convocada por la llamada izquierda abertzale el pasado fin de semana en Bilbao son una burla al Estado de Derecho. Y se supone que los servidores del Estado de Derecho actúen como tales. Es decir, haciendo oídos sordos a la excepcionalidad reclamada para un grupo de presos que de ninguna manera deben ser tratados como si pertenecieran a una especie protegida.

La ley es lo que nos protege de la arbitrariedad. La ley dice lo que le pasa a quien le quita la vida a un semejante. Y lo dice previamente, antes de que ocurra semejante violación del Código Penal y del quinto mandamiento. Cuando ha ocurrido, esa previsión se aplica en el curso de la consabida secuencia: indagación, detención, enjuiciamiento y cumplimiento de la pena. Esa secuencia no la puede cambiar una manifestación, ni el recurso a la aberrante consideración «política» de los presos etarras.

Lo más político de la manifestación del sábado pasado fue poder constatar que la izquierda abertzale asume la causa de los presos etarras. Y eso es tanto como asumir la causa de ETA y el rastro de sangre y miseria moral que ha dejado en la sociedad vasca y española en general.

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