Fernando Jáuregui – Adiós, Mario, adiós…


MADRID, 20 (OTR/PRESS)

Mala noticia la de que el gran escritor Mario Vargas Llosa haya rechazado presidir el Instituto Cervantes. Era la persona indicada para «vender» esa buena idea que fue, y es, el Instituto, desde donde se potencia la lengua española, que hablan quinientos millones de personas. El español es una fuente de riqueza que, por increíble que parezca, solamente en algunas partes de España no se sabe valorar. Y hay mucho que se puede y se debe hacer para que nuestro idioma se consolide como ese cauce de oportunidades y de extensión de influencias, algo que tan bien se supo hacer con el inglés desde Londres y desde Washington. Hoy, el dominio de las redes de Internet es el que dirá por dónde caminarán el poder, el ocio, los negocios y la política mundiales. Si lo sabrá bien el Gobierno de los Estados Unidos, por ejemplo, que, en defensa de sus intereses, ha decretado el cierre de webs multimillonarias en visitas, como Megaupload, o el acoso a Wikileaks, aunque no sean medidas homogéneas.

Pienso que el instituto Cervantes, y la ofensiva cultural española en general, tienen que tener en cuenta esa enorme guerra subterránea, o no tanto, que se libra en la Red. Bien está colocar en el mascarón de proa a una figura como Vargas Llosa, aunque no haya podido ser. Pero también se hace necesario empezar a «tecnificar» el Instituto y sus dependencias, de manera que se convierta en una plataforma de información de lo que ocurre en España, desde el punto de vista cultural, científico, económico y no solamente con su idioma, aunque este sea el basamento de todo lo demás. Creo que desde el Instituto Cervantes se puede «vender España» de manera más completa que hasta ahora -y no digo que se haya hecho; simplemente, digo que es una herramienta no del todo explotada-: el Cervantes tiene que «copar» la Red.

España es un gran país, que acaso atraviesa ahora un período de infravaloración colectiva, una etapa de nacional-pesimismo que, desde luego, se refleja en la propia estima y en la que de la nación tienen los mercados. Ha llegado el momento de recuperar la potencia, el prestigio, el esplendor. No digo yo que todo ello se vaya a alcanzar apenas desde las oficinas del Cervantes; pero sí digo que este, con o sin Vargas Llosa, es un instrumento que no podemos permitirnos el lujo de desaprovechar en lo más mínimo.

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