Andrés Aberasturi – El limbo de lo no probado


MADRID, 27 (OTR/PRESS)

El problema es cómo defender ahora que lo progre es el jurado popular cuando a los que desconfiábamos de semejante invento se nos tachaba de retrógrados y conservadores. Pero esa es otra discusión y no voy a caer en la demagogia de la falta de ortografía porque el sentido común no es patrimonio de los que escriben haber con hache o echar sin ella.

El problema ahora es si la no culpabilidad de Camps en este caso, y de tantos otros en otros tantos casos, elimina de raíz la posiblemente escasa integridad moral de los hechos, la poco ética conducta de unos o de otros o la antiestética sucesión de conductas y hechos. A título personal no me considero en absoluto obligado a cambiar ni uno sólo de mis pensamientos sobre el expresidente Camps que nunca fueron exactamente los de sus acusadores/acosadores pero tampoco los de aquellos que le defendían como el más honrado de la clase. Lo de los trajes es algo menor, pero es feo, atípico y cutre; tan feo, cutre y atípico como encontrarse un ministro con un constructor en una gasolinera; y si al ministro no se le prueba nada, pues me alegraré mucho por él y por todos, pero el encuentro, diga lo que diga la sentencia, seguirá siendo feo, atípico y cutre.

Y es que la legislación sólo habla de inocentes o culpables aunque en medio, como no podía ser menos, queda una amplia franja, un limbo raro de hechos que no se han podido probar -que es lo suyo- o que han prescrito. Ese limbo social queda muy patente en los casos, por ejemplo, de presuntos malos tratos, un delito difícil de probar pese a tener toda la legislación a su favor. La falta de pruebas no es más que exactamente eso: falta de pruebas que termina en la absolución porque se parte de la presunción de inocencia y del viejo principio de que en caso de duda, lo que beneficie al acusado.

Pero es que no usted ni yo somos jueces ni formamos parte del jurado de forma que tenemos el derecho de discrepar de cualquier sentencia y mucho más de no opinar si una cosa es legal o no para poder calificarla de lo que antes decía: fea, cutre, inmoral etc. Por eso no es bueno judicializar hasta el extremo que hemos llegado la vida diaria. Lo que socialmente resulta reprobable puede que sea legal, pero no es de recibo y los responsables, sobre todo en comportamientos políticos y/o de políticos deberían saberlo y cortarlo a tiempo. a.aberasturi

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