Charo Zarzalejos – Triunfo de Rubalcaba.


MADRID, 04 (OTR/PRESS)

Ambientalmente el triunfo era para ella, para Carmen Chacón. Ella logró más aplausos, calentar más al auditorio. Su discurso fue vibrante, chillón y mitinero. Quiso emocionar a la gente y decirles que no estaban hundidos, que no estaba allí para liderar una travesía del desierto, que… Sin embargo Alfredo Pérez Rubalcaba parecía ajeno al ambiente congresual. Ni una licencia a la emoción colectiva, ni una coletilla de especial aspaviento. Fue más un discurso universitario que una arenga de Partido.

Ambos hicieron caricias a Griñán, criticaron a la derecha y se esforzaron por reafirmar la idea de un PSOE nacional. El guión fue el mismo pero el tono radicalmente distinto. «A ella se la ve con ganas», decían los suyos; pero los de Rubalcaba, más serenos, menos eufóricos y más silenciosos, aconsejaban esperar al final. «La gente no es tonta y ambos son buenos, pero oídos los discursos si lo que están aquí votan en conciencia, gana Alfredo», afirmaba un destacado miembro de su equipo.

Días antes del Congreso, Eduardo Madina aventuró que ganaría el Congreso quien supiera emocionar. Y emocionar, emocionó, quizás más Carmen Chacón. Pero los más veteranos, los del PSOE de toda la vida, aseguraban antes del escrutinio que la política es corazón «y también cabeza». Alfonso Guerra aseguraba que «gana Alfredo por ochenta votos».

Al final, ni Eduardo ni Alfonso. Emocionó más Chacón y ha perdido. Y ha ganado Alfredo, pero no por ochenta votos, sino por 22, diferencia más que notable si la comparamos con los nueve votos que llevaron a Zapatero a la secretaría general. «Lo importante es que ha ganado, que tenemos un secretario genera sólido. La alternativa era ir hacia lo desconocido y ni el partido ni España están para aventuras».

En el equipo de Chacón decepción más que profunda. Auténtico desencanto. Entraron como ganadores y acabaron perdiendo. Justo lo contrario que el equipo oponente. Ni el viernes ni ayer por la mañana , antes de iniciarse las intervenciones, estaba en la mente de casi nadie que la triunfadora no fuera Carmen Chacón. «Está en el ambiente, ¿no lo veis?». Lo cierto es que el «ambiente» puede crear espejismos. Y algo de esto ha ocurrido en Sevilla.

¿Y ahora qué? Pues como ocurre siempre, hablar de unidad, de integración. Pero lo cierto es que Congreso ha abierto heridas, que ha sido cualquier cosas menos un Congreso «alegre» y que al final ha habido que elegir «entre lo que había». Por poca diferencia, los delegados se inclinan por la experiencia, la seguridad de la veteranía. Y Rubalcaba ha conseguido rescatar al PSOE de siempre frente a Chacón, que auguraba «un partido hacia no se sabe donde».

Estos 22 votos han evitado que ese PSOE de siempre sucumbiera de manera definitiva ante un nuevo estilo, ante lo que algunos delegados han calificado como «alegre levedad de Chacón». Ahora Rubalcaba tiene el reto de poner al partido en el camino de la recuperación interna, de cerrar heridas, y ha advertido que en su Ejecutiva no se van a defender ni territorios, ni a generaciones, que el PSOE es un partido nacional, que es un partido federal y no una confederación de partidos. «Vamos a cambiar el PSOE para que siga siendo PSOE».

Ayer, en la fría tarde sevillana, el PSOE en cierta medida ha vuelto a sus esencias y ha conjurado por mucho tiempo la «alegre levedad», o la levedad de la alegría, según se mire. Rubalcaba se la jugaba. Y lo hacía de manera ya definitiva. Ha apostado con más austeridad dialéctica y gestual que Chacón. Y ha ganado.

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