Fernando Jáuregui – Siete días trepidantes – ¿De verdad renovará Rubalcaba el PSOE?.


MADRID, 04 (OTR/PRESS)

La veteranía se impuso a la relativa juventud. Por apenas veintidós votos, Alfredo Pérez Rubalcaba, 60 años, ganó, en medio de gran expectación y tras una muy larga espera en el recuento de votos, la secretaría general del PSOE frente a Carme Chacón. La figura bien conocida, el verbo largamente escuchado, de Rubalcaba, que lo ha sido casi todo en la política española, venció por muy estrecho margen a su ahora rival, Carme Chacón, contrariando los rumores que indicaban que la ganadora, al final, podría haber sido ella tras el vuelco en algunas federaciones que buscaban novedad y cambio.

Pese a todo, se abre ahora una nueva etapa en el PSOE, el principal partido de oposición en España. Y ha recaído en Rubalcaba, el gran derrotado en las elecciones legislativas del pasado 20 de noviembre, la tarea de dirigir esta nueva era, que estará llena de dificultades y en la que habrá de oponerse a un PP con mayoría absoluta y con una considerable dosis de poder territorial.

Si nos atenemos al discurso del aún candidato este sábado por la mañana, su oposición a Rajoy será dura, bronca. Otra cosa es que pueda hacerlo, y que su discurso «de izquierda» resulte viable. Lo que sí parece claro es que ese discurso, más posado y pensado, menos mitinero, que el de su rival, inclinó la balanza en su favor, quizá en el último momento.

Al final, si bien se mira, los discursos de Pérez Rubalcaba y de Carme Chacón tampoco fueron tan dispares. Aunque la una cargó más contra la «derecha alemana» de Merkel y el otro contra los banqueros en general. Aunque ella ofreció un pacto al actual Gobierno del Partido Popular y él dejó de lado cualquier acuerdo, centrándose en un ataque a la «contrarreforma» emprendida por el Ejecutivo de Rajoy. Es más: el ex vicepresidente del Gobierno llegó a lanzar una difusa amenaza diciendo que los socialistas se plantearán la revisión del acuerdo con la Santa Sede si «sigue el retroceso» en materia de avances sociales.

Puede que un observador casual pensase que el discurso de Rubalcaba era «más de izquierda» que el de Chacón, y que el de ella estaba más «asesorado», era más de marketing, más mitinero. Quién sabe: matices se pueden encontrar muchos. Pero ninguno de los dos ofreció un modelo revolucionario de partido. Todo lo contrario: como afirmó Rubalcaba, hay que cambiar el PSOE -manteniendo cada una de las letras de las siglas- para seguir siendo el PSOE.

Pocos cambios en profundidad se planteaban, en suma, ambos candidatos, que hicieron discursos eficaces, mirando a los compromisarios indecisos, que eran, se calculaba, la cuarta parte aproximadamente de los más de novecientos cincuenta asistentes con derecho a voto. Chacón citó a la UGT, el sindicato «hermano» al que olvidó Rubalcaba; y los dos hicieron constantes llamamientos a los cargos municipales, de los que había muchos representantes en la sala.

Los dos hablaron de «abrir el partido a la sociedad», pero insistiendo en que antes hay que abrirlo a los propios militantes: Rubalcaba prometió, si ganaba, una conferencia de organización antes del verano. Los dos pidieron un «Partido Socialista Europeo», que trascienda a los nacionales.

Pero ninguno de los dos habló de la necesidad de potenciar la sociedad civil, ni de las reformas financiera y laboral que está poniendo en marcha el Gobierno de Mariano Rajoy. En el fondo, fueron muchos los problemas de la España de hoy que quedaron sin abordar, probablemente porque este congreso está siendo más endogámico que otra cosa, aunque ambos candidatos se refirieron varias veces a «los que están fuera», a los parados, a los ciudadanos que reclaman soluciones. Se trataba, lo primero, de ganar el congreso, llevarse la secretaría general, formar una Ejecutiva a la medida del vencedor (cosa a la que se aplicaban esta madrugada).

La verdadera tarea de oposición a la mayoría absoluta del PP en ayuntamientos, en comunidades autónomas y en el Gobierno central comienza a partir de este lunes. Veremos qué se dicen este lunes Rubalcaba y Rajoy, cuando inevitablemente hablen del futuro que tienen que gestionar, cada uno en su puesto, entre ambos.

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