Esther Esteban – Más que palabras – Exceso policial y verbal.


MADRID, 21 (OTR/PRESS)

Ver a la policía cargando contra jóvenes adolescentes es un espectáculo lamentable, que no nos gusta a nadie. Oír al jefe policial afirmar que «no es prudente revelar al enemigo cuales son mis fuerzas» -tratando el asunto como si se tratara de un batalla militar- es un despropósito de tal calibre que merecería el cese fulminante del autor y oír al líder de los estudiantes anunciar que «vamos a quemar las calles de Valencia», descalifica cualquier argumentación por lógica que sea.

Lo que comenzó hace una semana con una simple protesta estudiantil por los recortes en el Instituto Luis Vives de Valencia, ha degenerado en una batalla campal injustificable, que puede darnos la medida del profundo malestar social que se vive en la España de los cinco millones y medio de parados. El problema no es solo que el asunto se haya gestionado mal, muy mal, sino que algunos han aprovechado que el río esta revuelto para hacer su pequeña ganancia de pescadores.

En este país existe el derecho constitucional de manifestación y cualquiera puede acogerse al mismo, sin necesidad de convertir la reivindicación en violencia, ni de dar argumentos para que otros enciendan mechas innecesarias. Que una actuación policial sea contundente no significa que sea imprudente y eso es lo que ha ocurrido estos días. La dureza de los enfrentamientos entre policías y manifestantes se incrementó y magnificó, sin duda, al tratarse de menores, acompañados de sus padres y profesores aunque también hubiera mucho «talludito antisistema infiltrado». Ver la imagen de esa chica, casi una niña, que al ser introducida en el furgón policial pedía por favor que avisaran a su madre que estaba en los alrededores para que la acompañara a comisaría, podría ser la metáfora perfecta de lo que hemos visto allí.

Por supuesto que la policía debe cumplir con sus órdenes y también con su obligación. Debe impedir que se lancen piedras, se quemen contenedores o se destroce el mobiliario urbano, pero eso es una cosa y otra muy distinta que la situación se les vaya de las manos.. El orden publico se puede garantizar con firmeza, pero sin excesos ni estridencias porque si no el efecto es justo el contrario.

Además seria muy de desear que se evitaran otro tipo de excesos incluidos los políticos y periodísticos. Una colega de El País comparaba de lo ocurrido en Valencia con la primavera de Praga ¡Que barbaridad¡ y un destacado dirigente socialista tuvo que admitir que se había colado y darse «un puntito en la boca» porque tras criticar duramente a la policía del PP le advirtieron que el jefe de la policía de Valencia – el de la incontinencia verbal que vio enemigos por todos lados- fue uno de los nombramientos de Rubalcaba. ¡Así es la vida¡

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