Andrés Aberasturi – Indultar a Garzón


MADRID, 27 (OTR/PRESS)

Lo cierto es que cuando comenzó el lío entre Garzón y el Tribunal Supremo, uno, en su humildad, dijo que lo realmente grave eran las escuchas, que en lo de la memoria histórica podía haber errores pero en ningún caso prevaricación y que la presunta financiación de sus conferencias no iba a llegar a ninguna parte por falta de pruebas. Lamentablemente debo reconocer que acerté bastante, casi del todo si no hubiera prescrito el último caso, de forma que me he convertido para muchos en un perfecto fascista, heredero del franquismo, enemigo de la democracia y toda la clase de lindezas que se han vertido sobre el Supremo. Qué le vamos a hacer; se intenta ir por la vida más o menos centrado pero según desde donde te miren siempre te van a ver en un lado o en otro. A eso estamos acostumbrados.

No se trata de insistir en la gravedad de las escuchas telefónicas -pertenezcan o no al caso Gürtel, que es lo que se empeñan en no separar muchos- para garantizar el estado de derecho, de eso ya se ha escrito todo. Lo curioso es oír a los abogados de a pie, a los que se pasan el día en los juzgados y/o en los grandes despachos, despotricando de su propio Colegio que no supo en ningún momento estar a la altura de las circunstancias cuando era -cuando hubiera debido ser- el primer interesado en defender ese derecho que, lamentablemente, sí vulneró Garzón.

Que le absuelvan ahora de la investigación sobre la memoria histórica, no es más que un consuelo personal porque la inhabilitación sigue ahí a no ser que el Gobierno indulte al ex magistrado y este decida su futuro. Ocurre con mucha frecuencia y ocurrió con otro juez carismático como Gómez de Liaño que se atrevió a investigar a un grupo mediático poderoso y perdió. Una vez indultado decidió seguir ejerciendo la abogacía y no incorporarse a la carrera judicial, posibilidad que también debería tener Baltasar Garzón porque, en contra de lo que muchos piensan y dicen, al menos algunos de los que creímos que, efectivamente, había prevaricado en el tema de las escuchas, no nos alegramos nada ni brindamos -como ya dejé escrito- por la inhabilitación del juez; muy al contrario creímos, yo al menos, que se había perdido a una gran persona lo mismo que pensé cuando se inhabilitó a Gómez de Liaño. Los dos fueron amigos aunque luego la vida los distanció excesivamente.

El problema del indulto, que para mí demostraría la bonhomía del Gobierno, es que tal vez cerrara a Garzón las puertas que él quiere mantener abiertas a un recurso ante el Constitucional y en todo caso ante tribunales internacionales. Pero ese proceso larguísimo no conduce a nada. Pese a sus errores, pese a los errores de una Ley que acepta el ir y venir de un juez a la política y de la política a la judicatura, pese a la politización más que presunta de nuestros tribunales, pese a los que vociferan y nos insultan creyendo que así defienden la inocencia del ex juez, creo que Garzón se merece ese indulto que él nunca va a pedir aunque sea por todos los servicios prestados a la Justicia y a la libertad con sus aciertos y también con sus errores.

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