Cayetano González – Falsa e inmoral.


MADRID, 27 (OTR/PRESS)

La denominada «izquierda abertzale», es decir, todo ese mundo sórdido que ha rodeado a la banda terrorista ETA y que durante tantos años ha justificado sus crímenes, ha hecho pública este domingo una declaración que lleva un título algo angelical «Construyamos la paz en el proceso democrático», con la que supuestamente ha querido dar la impresión de tener un gesto de acercamiento y comprensión hacia las víctimas del terrorismo.

Pero a tenor de la literalidad de lo que se recoge en esa declaración, se puede juzgar la sinceridad de ese gesto: «La izquierda abertzale manifiesta su profundo pesar tanto por las consecuencias derivadas de la acción armada de ETA como por nuestra posición política con respecto a las mismas, en la medida en que haya podido suponer -aunque no de manera intencionada- un dolor añadido o un sentimiento de humillación para las víctimas». Lo anterior lo dice la «izquierda abertzale» después de hablar de la existencia de dos violencias en Euskadi: la de ETA y la del Estado; de equiparar una vez mas a víctimas y verdugos; de pedir que no se busque vencedores y vencidos, de pedir asimismo el acercamiento de los presos y presas «políticas» -¡tal cual!- vascas a las cárceles del País Vasco.

Toda la declaración de la izquierda abertzale es fruto de la perversidad moral en la que han vivido y al parecer siguen viviendo quienes, por acción o por omisión, han justificado todos y cada uno de los 858 asesinatos de ETA. Cuando en una persona o en una sociedad se instala el principio de que «el fin justifica los medios» y por lo tanto, en el caso que nos ocupa, que el empleo de la violencia terrorista está justificada para conseguir unos objetivos políticos, es muy difícil que de la noche a la mañana uno se pueda desprender de esa capa de inmoralidad con la que ha convivido durante tantos años.

A las víctimas del terrorismo como a la inmensa mayoría de los españoles les trae al pairo los fariseos esfuerzos de ese mundo que rodea a ETA para autojustificarse y lavarse la cara. No se trata de que su actitud haya supuesto, como dicen en su declaración, «un dolor añadido o un sentimiento de humillación para las víctimas». Se trata de que su silencio cómplice durante tantos años de todos los asesinatos de la banda terrorista; que su justificación en muchos casos de esos crímenes -el perverso «algo habrá hecho» que se oyó tanto en el País Vasco tras un atentado»- les ha convertido en actores principales del drama del dolor causado por ETA en tantas familias vascas y españolas. Y lo que no pueden pretender ahora es limpiar sus culpas con una declaración llena de falsedades históricas, de inmoralidades, como si aquí no hubiese pasado nada. A eso, los ciudadanos no estamos dispuestos por todo lo contrario: por un mínimo de dignidad moral y por el respeto a la Memoria y a la Verdad de las víctimas del terrorismo.

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