MADRID, 12 (OTR/PRESS)
La pantalla de un ordenador no deja de ser el tópico espejo de la vida les guste o no a los acróbatas trasnochados. Y ahí está esa enorme plaza pública reflejando en sistema binario toda la verdad que camina por las aceras de este país destartalado, contradictorio, incapaz de ponerse de acuerdo ni para encontrar un campo de fútbol donde jugar una final de copa. Si no somos capaces de llorar juntos a los muertos de todos, poco se puede esperar de nosotros.
Y viene a cuento la pedantería del sistema binario porque dentro de ese universo paralelo y limitado que es «Twiter» se amontonan los mensajes a velocidad de vértigo en dos tendencias que no necesitan explicación: Huelga el 27M y No huelga el 27M. Y allí cada cual se acerca y deja sus 140 caracteres como quien deja una papeleta inservible en una urna que no existe. Y hasta lo hay que se quedan a medio camino en un alarde de ingenio explícito como el que copio textualmente de una tal Sandra: «Que bien!! Huelga el #27M!!! Ay, no puedo!! Ese día trabajo».
Y en eso estamos, batallándolo todo, contando uno por uno los manifestantes del domingo y con la mosca detrás de la oreja por si el 27M la gente que iría a la huelga no puede porque ese día, vaya por Dios, ay, tiene trabajo.
Lo de la reforma laboral es chungo y les ha salido agresiva y excesivamente cercana a las demandas del empresariado. Pero todo esto no sería importante -aunque sea doloroso- si, efectivamente, a finales de año se empieza a ver, y esta vez de verdad y no como las alucinaciones de ZP y Salgado, los muy nombrados y hasta ahora desconocido brotes verdes. El argumento que esgrimen sindicatos y oposición contra la reforma del PP, lo han pregonado el propio Rajoy y sus ministros demasiadas veces: de entrada no sólo no se va a arreglar nada sino que se va a destruir más empleo. Y ahí se paran los que están en contra y callan la segunda parte del mensaje de un Gobierno que, en su afán de no engañar a nadie, nos ponen a todo al borde de una taque de nervios; la segunda parte es que con esta reforma laboral, una vez que se toque fondo comenzará a reflotar la economía.
Y aquí volvemos a lo de siempre: tantas veces nos han dicho que habíamos tocado fondo, que ya no sabemos a qué profundidad estamos y tantas veces nos han anunciado las luces al final del túnel que ya vamos ciegos en la oscuridad del pesimismo. Pero es que si no se hace esta reforma, ¿qué se hace? Desde luego no lo que hacia Zapatero tratando de tapar la herida de tres, cuatro y cinco millones de parados a base de tiritas. Así nos fue. Y la gente -creo- ha dado una mayoría absoluta a Rajoy para un ajuste duro, para cambiar lo que sea aunque sea caro con tal de salir de esta volver a empezar. Y por eso los sindicatos -todos no, UGT y CCOO, que hay otros que viven de sus cuotas solamente- están como deseando llegar a un acuerdo para evitar esa complicada realidad que es la huelga general, más impredecible que nunca en su seguimiento por una sociedad cansada de que la manejen entro unos y otros y que lo mismo, como la autora del twuit se alegra de la convocatoria de la huelga pero, sintiéndolo mucho, no puede acudir porque ese día, ay, trabaja.