Rafael Martínez-Simancas – Sin Etiqueta – Palma y arena


MADRID, 20 (OTR/PRESS)

Aquel que fue todopoderoso mandatario regional, ejemplo de virtudes y crisol de nuevas generaciones, aquel del que luego supimos que pagaba las escobillas del wáter a precio de oro, ha sido condenado por una de las partes del llamado caso «Palma Arena». No es Matas el primer presidente autonómico que acaba siendo condenado pero sí es Matas el ejemplo de una manera de gestionar con la alegría del que nunca va a rendir cuentas.

Nada hay literario en este chusco asunto que consiste, según el juez, en pagar para que un periodista te elogie y aplauda allá por dónde vayas. En cierto sentido a Matas le han condenado por pagar demasiado caro a su «palmero», (que también viene de palma pero de otra «palma» y ésta a su vez lleva al verbo palmar en el sentido económico del asunto). Nada hay literario porque pudiendo haber elegido un final más digno, como el del torero Juan Gallardo en la novela de Blasco Ibáñez, el ex presidente puede entrar en la cárcel de la peor manera salvo que el recurso ante el Supremo lo detenga. La distancia entre «Sangre y Arena» del escritor valenciano y «Palma y Arena» del ex presidente mallorquín es definitiva, en la primea aún queda restos de pundonor mientras que en la segunda ha habido un sálvese quién pueda: los niños y los contratos opacos primero. Dentro de poco veremos una tele-serie con aquellos años del pelotazo balear, muy al estilo de «Mi Gitana» que ha batido récords de audiencia. Aunque para completar el elenco todavía quedan por repartir muchos papeles secundarios que tienen importancia también. Da la impresión de que la trama no ha hecho más que comenzar y que a medida que se vayan escribiendo los capítulos se irá haciendo más peliaguda, por lo tanto no se retiren de sus pantallas o en su defecto no dejen de leer el sumario que tiene miga.

Desde luego en la serie no faltarán detalles de vestuario y decorado, ahí el equipo de producción puede recrear con detalle la opulencia de los tiempos pasados, de aquellos años en los que Matas y los suyos fueron tenidos como gestores ejemplares que daban lustre. Es cierto que de aquellos tiempos no queda ni una foto en un marquito de pino en la calle Génova; es más si a alguno de aquellos personajes les diera por volver por allí no les dejarían pasar de la puerta. Pero fueron ciudadanos ejemplares y presumieron de lealtad al partido, (aunque en el caso de Matas lo abandonara, o se lo hicieran abandonar, hace apenas dos años).

Pues con esa ejemplaridad rigurosa ha de aplicarse la sentencia, devolver los fondos públicos mal usados, y de esa manera poner fin a un capítulo chusco, oscuro, de prevaricaciones y palmeros en Palma.

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