Julia Navarro – Escaño Cero – Lecciones, pocas.


MADRID, 21 (OTR/PRESS)

Los políticos son un reflejo de la sociedad, ni mejores ni peores que el resto de los ciudadanos. Sé que no son muchos los que compartirán está afirmación, pero sinceramente creo que es así, que los políticos no son extraterrestres venidos de no se sabe dónde. Pero que sean un reflejo a veces de lo bueno y otras muchas de lo malo que tiene nuestra sociedad no les exculpa ni un ápice que cuando yerran o delinquen su falta sea más grave que la de un ciudadano de a pie, precisamente porque ellos representan a la sociedad, actúan en su nombre y manejan el dinero público.

El caso es que la mayoría de los partidos han tenido en sus filas a individuos cuyo comportamiento ha rozado, o ha sido directamente delictivo. Si echamos la vista atrás nos encontramos con políticos que han entrado en la cárcel, otros han sido inhabilitados y a otros les ha despedido su partido media hora antes de que estallara algún escándalo.

Pero no hace falta remontarse al pasado para encontrar ejemplos a lo que me refiero. En los últimos meses, el caso de los ERES en Andalucía o el caso Gürtel provocan la indignación y la repulsa de los ciudadanos que se preguntan cómo tales sinvergonzadas se pueden perpetrar. Porque ambos casos no hay por donde cogerlos.

Por eso resulta insólito que los populares se dediquen a regocijarse en los problemas del PSOE a cuenta de los ERES olvidándose que el caso Gürtel planea sobre sus cabezas o que ahora mismo el caso Palma Nova puede llevar a prisión, al expresidente balear Jaume Matas, por más que desde el PP se refieran a él como exmilitante y quieran hacer ver que Matas ya no tiene nada que ver con ellos.

Hombre pues ahora no tendrá que ver, pero precisamente cuando, según la sentencia de la Audiencia de Palma, Matas hizo lo que no debía, era nada menos que presidente de Baleares por ser destacadísimo militante del PP. O sea que no es un señor que se encontró de la noche a la mañana convertido en presidente de Baleares, sino que su partido, el PP, le aupó al puesto desde donde al parecer delinquió.

O sea, que escuchar a los populares hablar de la corrupción socialista a mí me produce el mismo efecto que escuchar a algunos socialistas hablar de la corrupción de los populares. No diré que todos son iguales, pero sí que deberían de tener cierta vergüenza torera cuando se ponen a dar lecciones de honradez a los de las filas de enfrente ignorando la propia.

De manera que estos últimos días en que la campaña andaluza llega a su final, no hay mitin en que los populares no recuerden al todavía presidente Griñan, el escándalo de los ERES, claro que ahora con la sentencia del caso Palma Nova, los socialistas van a tener munición renovada para atacar al PP. O sea, se trata de eso tan viejo como el «y tú más». Mientras, los ciudadanos asistimos indignados a un espectáculo que cuanto menos es desolador, y es ver con que desfachatez algunos políticos utilizan el dinero público para fines que nada tienen que ver con el bien común y sí con intereses bastardos, sean partidistas o privados.

En todos los partidos hay de todo, y la condición humana es la que es, es decir, hay gente a la que el poder le emborracha y se cree impune. Pero creo yo que los propios partidos deberían de tener algún tipo de control interno para que cuando se enciendan las primeras luces rojas actuar. Y también se debería de plantear con luz y taquígrafos qué pasa con la financiación de los partidos, porque es evidente que tantas sedes, tantos funcionarios y tanto como gastan no sale de las cuotas de sus militantes. De manera que en ocasiones se juntan el hambre con las ganas de comer, la financiación partidista con la financiación privada del sinvergüenza de turno.

Lo cierto es que en una situación de crisis como la que padecemos, en la que los ciudadanos nos estamos apretando, resulta intolerable ver como unos cuantos sinvergüenzas han utilizado el dinero público como si fuera suyo. Y eso sí, unos y otros, socialistas y populares, deberían de ser comedidos a la hora de sacar pecho y lanzar eso de «y tú más». Con los ERES uno y con Gürtel otro no están para dar lecciones de moral.

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