MADRID, 17 (OTR/PRESS)
Lo ha dejado meridianamente claro el presidente de Repsol. Lo que ha buscado y conseguido la presidenta de Argentina es expoliar la filial de la petrolera española a precio de saldo. Todas las razones expuestas por Cristina han sido rebatidas una a una por Brufau en una rueda de prensa llena de datos. La presidenta se ha saltado todos los protocolos, acuerdos, negociaciones, relaciones. Absolutamente todo valía, la demagogia y el populismo sobre todo, para expropiar a los accionistas de una empresa privada su capital y poner en solfa todas y cada una de las inversiones españolas y de cualquier país. Nadie está a salvo en Argentina. Que tomen nota otros países y todos aquellos que estuvieran pensando invertir en ese país. Allí no hay seguridad jurídica ninguna. Ni la conocen. La empresa YPF no será de los argentinos como aseguró la presidenta. Será de unos pocos, ella incluida, que se la quedarán por cuatro perras, comisiones aparte.
Ahora una vez consumado el latrocinio, Repsol va a poner todo su empeño en que se pague de forma justa y llegar hasta donde se pueda. Pero, el gobierno de España no debe quedarse de brazos cruzados ante este órdago. Los intereses de España son muchos, pero eso no debe amedrentar a nuestro gobierno. Ya nos han dicho que la acción de Argentina tendrá consecuencias y que las medidas a tomar se conocerán en los próximos días. La cuestión es que solos o acompañados por la Unión Europea, por nuestros socios, España no debe quedarse cruzada de brazos esperando o acobardada ante la posibilidad de más represalias.
Las formas y el fondo de la operación se han saltado todas las reglas. Ahora, los argentinos parecen que lo aplauden, pero ya llegarán los lamentos. La empresa se descapitalizará, se gestionará sin profesionalidad y el final será dramático. Tiempo tendrán de pensar las consecuencias que para su país necesitado de inversiones para superar los problemas tendrá esta actitud de su presidenta. Nosotros a lo nuestro.
