MADRID, 21 (OTR/PRESS)
La bolsa española no da más que disgustos. La semana ha sido realmente convulsa y el IBEX ha logrado salvar los 7.000 puntos in extremis. Hemos vuelto a registros de 2009 y en lo que va de año lleva acumulada una pérdida que ronda el 18 por ciento. Estos envites tienen mucho que ver con la coyuntura de algunas empresas grandes, muy endeudadas, pero también con el «robo» de la filial de Repsol en Argentina y con la venta de iberdrolas por ACS. Las ventas a corto están haciendo estragos en la bolsa española. La especulación pura y dura.
Claro, que hay desconfianza en las posibilidades de España de mejorar sus cifras de crecimiento y empleo. Pero, se están haciendo muchas cosas para remediarlo y son tenidas en cuenta de aquella manera. Creo que tendremos que pasar las elecciones en Francia y en Alemania para que los problemas se reconduzcan o definitivamente se agraven, también para esos países. Los mercados están cebándose con España, como en su día lo hicieron con Grecia. Sin embargo, la situación de ambos nada tiene que ver. Las audaces reformas que ha emprendido el gobierno de España son creíbles y están en la línea de lo que nos han exigido. Por eso se entiende mal las derivas del FMI. Un día no podemos cumplir y otro lo que se está haciendo es un ejemplo. Por todo ello, no debemos caer en el pesimismo y menos en la confrontación social.
Las decisiones tomadas por el Gobierno para ahorrar habría que haberlas hecho aunque no estuviéramos en crisis. Son, en definitiva, poner orden en un auténtico desbarre y despilfarro a mansalva. Queda todavía camino y por eso hay que explicarlo bien y perseverar en la lucha contra todo tipo de fraude y desterrar de este país a los manirrotos. Va a costar convencer a los nacionales y a los extranjeros, porque los efectos de las medidas no son inmediatos. Esa es la labor del gobierno y de su equipo de comunicación.
